Leccionario Santoral: 1Jn 5, 1-5; Sal 36, 3-6. 30-31; Mt 10, 22-25.
Prefacio de Pascua.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: «Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. Él no hizo ninguna distinción entre ellos y nosotros, y los purificó por medio de la fe. ¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar? Por el contrario, creemos que tanto ellos como nosotros somos salvados por la gracia del Señor Jesús». Después, toda la asamblea hizo silencio para oír a Bernabé y a Pablo, que comenzaron a relatar los signos y prodigios que Dios había realizado entre los paganos por intermedio de ellos. Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: «Hermanos, les ruego que me escuchen: Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre. Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen: Después de esto, yo volveré y levantaré la choza derruida de David; restauraré sus ruinas y la reconstruiré, para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que llevan mi Nombre. Así dice el Señor, que da a conocer estas cosas desde la eternidad. Por eso considero que no se debe inquietar a los paganos que se convierten a Dios, sino que solamente se les debe escribir, pidiéndoles que se abstengan de lo que está contaminado por los ídolos, de las uniones ilegales, de la carne de animales muertos sin desangrar y de la sangre. Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados». Palabra de Dios.
Comentario: La Iglesia de Jerusalén estaba dominada por judeocristianos, en gran parte conservadores. Si bien en este primer Concilio de Jerusalén se repiensan las costumbres y los ritos judíos, bajo la luz de la fe cristiana, de igual modo se les considera una especie de gueto, donde comienza a cristianizarse y a crecer el nuevo Israel. Pero aún no entendían la novedad absoluta de la persona de Jesús, su muerte y resurrección, que no buscaba ignorar las raíces espirituales de Israel, sino iluminar y dar una nueva perspectiva a la Ley y las tradiciones.
R. Canten las maravillas del Señor a todas las naciones.
Canten al Señor un cántico nuevo, canten al Señor, toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R.
Proclamen día tras día su victoria. Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
Digan a los pueblos: «El Señor es rey: él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente». R.
Aleluia. Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Palabra del Señor.
Comentario: La imagen de la vid no es para tener un recuerdo bucólico del campo, ya que Jesús se halla en una relación de superación del Antiguo Testamento, puesto que este último no supo dar los frutos esperados. Ahora, necesitamos estar unidos a él, que es la savia y la fuerza en la vida para hacer el bien.