27° durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio Dominical durante el año.
El amor y el mal no tienen límites
La parábola de hoy es la historia de un conflicto. Dios, el dueño de la viña, cuida con amor a su pueblo, Israel, y ha tejido con él una larga historia de amor y de fidelidad, una alianza más fuerte que un matrimonio. Hoy, el nuevo Israel es la Iglesia, nuestra comunidad, cada cristiano.
Dios es lento en la cólera y rico en misericordia, su paciencia no se agota esperando frutos de amor y de justicia. Para eso envió mensajeros, los profetas, para recordar y señalar el buen camino. Viendo que no tenía resultados, envió a su Hijo, el heredero. Todos, profetas e hijo, terminaron asesinados. Los inquilinos no querían pagar la deuda y pretendían usurpar la viña, ser propietarios y echar al dueño y al heredero.
Siempre está presente en nosotros la tentación de negar a Dios para constituirnos en dueños del Universo, de la Tierra, de la Iglesia y de todo lo que pasa por nuestras manos.
Si matamos al dueño de la viña, no tenemos que rendir cuentas a nadie. Nuestro mundo, liderado sólo por la ciencia, la tecnología y el progreso, está lejos de ofrecer la salvación, porque queda en manos de la ilimitada ambición humana. Eso produce una abundante cosecha de rivalidades, guerras, sangre inocente y pobreza…
El lamento de Dios “¿qué más podía hacer yo que no haya hecho?” sigue siendo tan actual hoy como en tiempos de los profetas. La Iglesia, nuestra Iglesia, la viña del Señor, también precisa ser podada de sus muchos elementos humanos, de toda apariencia de poder secular y parecerse siempre más a la imagen de su Señor.
Personalmente, necesitamos fundamentar nuestras vidas e instituciones sobre la piedra angular que es Cristo, para vencer el egoísmo. Necesitamos hacer memoria de Jesucristo, que es el único dueño de la viña y ofrecerle fidelidad absoluta. Es la única manera de no adorar ídolos que nos llevan a la muerte.
Tan infinita puede parecer la capacidad de hacer el mal que tenemos los hombres, pero más infinito es siempre el amor de Dios que nos perdona, y, como en la parábola de hoy, termina triunfando.
“Respetarán a mi hijo” (Mt 21, 37).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La eucaristía de hoy nos ofrece una buena oportunidad para reflexionar sobre el Reino de Dios; también para comprometernos en su realización y orar por la Iglesia, que no es el Reino, pero “en la tierra constituye el germen y el inicio de ese Reino” (LG 5).
1ª LECTURA Is 5, 1-7
Guía: Al comienzo de su Reino, Salomón, pide al Señor poder gobernar con fidelidad, justicia y rectitud de corazón. Dios lo escucha.
Lectura del libro de Isaías.
Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. Él esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña; Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡Él esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia! Palabra de Dios.
SALMO Sal 79, 9. 12-16. 19-20
R. La viña del Señor es su pueblo.
Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río. R.
¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan? Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que Tú hiciste vigoroso. R.
Nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! R.
2ª LECTURA Flp 4, 6-9
Guía: Pablo nos reconforta, al recordarnos la meta altísima del proyecto que el Padre Dios tiene sobre nosotros: Dios nos ha destinado a ser como su Hijo. Esto compromete nuestra respuesta.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes. Palabra de Dios.
ALELUIA Cfr. Jn 15, 16
Aleluia. «Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 21, 33-46
Guía: Con tres parábolas, Jesús revela el Reino. Como tesoro escondido, y como perla preciosa, por los cuales vale la pena dejarlo todo y comprarlos. La imagen de la pesca recalca que la separación entre buenos y malos será al final.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen esta parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?”. Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Los dones que llevamos hoy al altar quieren significar los bienes del Reino, por el cual estamos dispuestos a sacrificarlo todo.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: San Pablo nos acompaña en nuestra comunión con Cristo que nos amó y se entregó por nosotros (Gál 2, 20). Si amor con amor se paga, no nos queda otro camino que la entrega generosa y total.
DESPEDIDA
Guía: Anunciarnos a todos que el Reino es un don de Dios, pero también tarea nuestra, nunca acabada. El Reino es Jesús que viene a nuestra vida y a la del mundo. ¡Abrámosle las puertas!