La virtud de la prudencia fue el eje de la reflexión del Papa Francisco en su Audiencia General del día miércoles, en la que continuó desarrollando su catequesis sobre los vicios y virtudes. Ante la multitud reunida en la plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó que la prudencia forma parte de las virtudes cardinales, junto con la justicia, la fortaleza y la templanza. Además, afirmó que se trata de una virtud que dispone la inteligencia y la libertad a discernir y a obrar nuestro verdadero bien, por cuanto, antes de tomar decisiones, la persona prudente pondera las situaciones, pide consejo, intenta comprender la complejidad de la realidad y no se deja llevar por las emociones, las presiones o la superficialidad.
Al mismo tiempo, el Obispo de Roma sostuvo que existen muchos pasajes del Evangelio en donde podemos encontrar enseñanzas de Jesús, que nos ayudan a valorar la prudencia. Por ejemplo, citó el pasaje que describe al hombre sensato que construyó su casa sobre roca, en oposición al insensato, que la edificó sobre arena. Sabias son también las vírgenes que llevan consigo el aceite para sus lámparas, y necias son las que no lo hacen.
“La vida cristiana es una combinación de sencillez y astucia. Al preparar a sus discípulos para la misión, Jesús les recomienda: «Yo los envío como ovejas entre lobos; sean entonces prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas». Es como si dijera que Dios no sólo quiere que seamos santos, sino que quiere que seamos santos inteligentes, porque sin prudencia ¡equivocarse de camino es cuestión de un momento!”, precisó Francisco.
En un mundo dominado por la apariencias, por los pensamientos superficiales, por la banalidad tanto del bien como del mal, el Pontífice manifestó que es necesario recuperar “la antigua lección de la prudencia”. A su modo de ver, esta virtud no es una característica de las personas temerosas, ni tampoco se corresponde a cabalidad con la cautela, sino que va más allá. “Conceder la primacía a la prudencia significa que la acción del ser humano está en manos de su inteligencia y de su libertad. La persona prudente es creativa: razona, evalúa, trata de comprender la complejidad de la realidad. Y no se deja llevar por las emociones, la pereza, las presiones, las ilusiones”, explicó.
Basándose en santo Tomás de Aquino, el sucesor de Pedro precisó que la prudencia es la capacidad de gobernar las acciones para dirigirlas hacia el bien. “Prudente es quien sabe elegir: mientras permanece en los libros, la vida es siempre fácil, pero en medio de los vientos y las olas de lo cotidiano, la cosa cambia: a menudo nos sentimos inseguros y no sabemos hacia dónde ir. Quien es prudente no elige al azar: ante todo, sabe lo que quiere; luego, pondera las situaciones, se deja aconsejar y, con amplitud de miras y libertad interior, elige qué camino tomar”, afirmó.
Continuando con su catequesis, el Vicario de Cristo sostuvo que la prudencia enseña aquello de que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”. “Demasiado celo, de hecho, en algunas situaciones, puede provocar desastres: puede arruinar una construcción que hubiera requerido gradualidad; puede generar conflictos e incomprensiones; puede incluso desatar la violencia”, dijo.
Asimismo, Francisco indicó que la persona prudente sabe custodiar la memoria del pasado, no porque tenga miedo al futuro, sino porque sabe que la tradición es un patrimonio de sabiduría. “La vida está hecha de una continua superposición de cosas antiguas y cosas nuevas, y no es bueno pensar siempre que el mundo empieza con nosotros, que tenemos que afrontar los problemas desde cero. La persona prudente también es previsora. Una vez decidido el objetivo por el que luchar, hay que procurarse todos los medios para alcanzarlo”, aseveró.
Finalmente, al terminar su catequesis de esta semana, el Papa invitó a los presentes a pedir la ayuda de Dios para crecer como personas prudentes. “Pidamos al Señor que nos ayude a crecer en la virtud de la prudencia para que, en medio de las tormentas y los vientos que pueden sacudir nuestra vida, permanezcamos cimentados en Cristo, la piedra angular”, concluyó.