Prefacio de Cuaresma.
Lectura del libro del Génesis.
Cuando Abrám tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable. Yo haré mi alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa”. Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo: “Ésta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que Yo te he constituido padre de una multitud de naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así Yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y Yo seré su Dios”. Después, Dios dijo a Abraham: “Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones”. Palabra de Dios.
Comentario: Es sabido que la circuncisión era el rito de iniciación de los niños a la pubertad y al casamiento (Cf. Gn 34, 14-24; Éx 4, 5). La practicaban no solamente en Israel sino también en otras tribus y pueblos. Pero más allá de estos alcances, el relato enseña que la circuncisión comienza a tener sentido religioso como consecuencia inmediata de la conclusión de la Alianza. Así, la experiencia íntima y personal de Abraham para con Dios, toma forma en un grupo de creyentes que asumen esa experiencia como única, pero que ahora reviste un carácter universal.
R. El Señor se acuerda de su Alianza.
¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro; recuerden las maravillas que Él obró, sus portentos y los juicios de su boca! R.
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. R.
Él se acuerda eternamente de su Alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. R.
No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Les aseguro que el que es fiel a mi palabra no morirá jamás”. Los judíos le dijeron: “Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y Tú dices: ‘El que es fiel a mi palabra no morirá jamás’. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser Tú?”. Jesús respondió: “Si Yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman ‘nuestro Dios’, y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: ‘No lo conozco’, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría”. Los judíos le dijeron: “Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?”. Jesús respondió: “Les Abraham, Yo soy”. Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús da entender su superioridad sobre Abraham, porque él es el Hijo de Dios. Esta afirmación lleva a las autoridades religiosas a querer eliminarlo. El reconocimiento profundo de su identidad y de su relación con el Padre tiene como resultado el rechazo por parte de quienes pretenden tener la verdad, lo que mantiene a las personas sometidas a la mentira.