Por René Rebolledo Salinas, arzobispo de La Serena.
En este 3° domingo de febrero, la comunidad cristiana celebra el 1° de Cuaresma, tiempo litúrgico que iniciara el pasado 14 de febrero con el Miércoles de Ceniza. Este especial tiempo de gracia y bendición se extiende hasta el Jueves Santo, 28 de marzo, finalizando antes de la Misa de la Cena del Señor, que es también Día del Sacerdocio Ministerial. En la Arquidiócesis se adelanta este especial día de oración por los sacerdotes al miércoles 27.
En las semanas de Cuaresma, la comunidad ve un tiempo de conversión y reinicio de vida nueva. En efecto, la Cuaresma convoca a un reencuentro con el Señor, que es profundamente renovador en lo principal de la vida cristiana. Resaltan por ello algunos aspectos que son fundamentales y tradicionales en las comunidades eclesiales: Oración más intensa, práctica del ayuno y también de la limosna. Invito a conocer los programas de las comunidades y parroquias respectivas, diseñados con antelación, para dar cumplimiento a este desafiante propósito. En la oración se busca participar asiduamente de las celebraciones eucarísticas, mayor tiempo dedicado a conocer más profundamente la Palabra, para la identificación con Cristo presente en ella y la práctica del Vía Crucis. La limosna encuentra entre nosotros una especial forma de vivirla en la tradicional Campaña Cuaresma de Fraternidad. Para los años 2022 – 2024, después de un proceso consultivo en las comunidades, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, aprobamos como sujeto prioritario a las familias en condiciones de vulnerabilidad, bajo el lema inspirador: “Chile tiende la mano a las familias vulnerables”. Es nuestro compromiso hacer todo lo posible, personalmente y en comunidad, para estar cerca de las familias vulnerables, apoyándolas con nuestra presencia, palabra y aporte generoso. Invito, por tanto, a hacer nuestro este importante aspecto de la espiritualidad del Tiempo de Cuaresma, que nos prepara a la Pascua de Cristo, su resurrección, que es también nuestra pascua.
Se proclama en este 1° domingo de Cuaresma el pasaje de Marcos 1, 12-15. Refiere que Jesús fue impulsado por el “Espíritu al desierto, donde pasó 40 días y fue tentado por satanás” (vv 12-13). Relata también el evangelista que posteriormente el Señor comenzó su misión, proclamando en Galilea: “se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (v 15).
Cuaresma: Tiempo de conversión y reinicio de vida nueva. Es una oportunidad valiosa que nos brinda el Señor para la conversión. Como señalara en la columna del 21 de enero pasado: “La conversión es un cambio profundo de la entera persona. No se trata sencillamente del modo de pensar y actuar, sino que involucra todas las dimensiones de la vida -desde su profundidad misma- para abrirse a la potencia de Dios que transforma y “hace” nueva creatura. ¡Es un renacer! Tiene como objetivo ponernos nueva y decididamente en pos del Señor. Al estar con Él seremos mejores. Él nos hará santos. Debe ser efectiva, por eso involucra a la persona totalmente. Si es auténtica hace mejor a la persona, pues el abrazo de Dios transforma”.
La conversión es ante todo iniciativa de Dios, como también seguidamente respuesta humana a su llamado. Jesús mismo en medio nuestro es un llamado a la conversión. No desoigamos su proclama. ¡Ay de nosotros si nos hacemos una generación sorda a su predicación!: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (v 14). Es lo que se nos dijo también en el signo impresionante y desafiante, el pasado Miércoles de Ceniza, “conviértete y cree en el Evangelio”.