Prefacio de Cuaresma. Día penitencial. Abstinencia.
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor Dios: ¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la casa de Jacob! Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos, como lo haría una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios: «¿Por qué ayunamos y Tú no lo ves, nos afligimos y Tú no lo reconoces?». Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre. Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas. ¿Es éste acaso el ayuno que Yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor? Éste es el ayuno que Yo amo –oráculo del Señor–: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora, y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia, y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y Él dirá: «¡Aquí estoy!». Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta, en nombre de Dios, abre los ojos de los sencillos para que reaccionen ante las clases dirigentes. Por eso el ayuno debía ser un acto de igualdad social donde el rico se igualara al pobre sintiendo hambre. Así, el ayuno que Dios quiere es el cumplimiento de los deberes morales y humanos para con el prójimo. Desde los más básicos y elementales, la comida, la habitación, hasta los más serios derechos de la persona, como es el respeto a su libertad, quebrar todos los yugos y romper las ataduras.
R. ¡Tú no desprecias un corazón contrito, Señor!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida, y así el Señor estará con ustedes.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan Bautista y le dijeron: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho mientras que tus discípulos no ayunan?». Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán». Palabra del Señor.
Comentario: Debemos estar atentos a no practicar un ayuno formal o que en verdad nos «sacia» porque nos hace sentir satisfechos. El ayuno tiene sentido si verdaderamente menoscaba nuestra seguridad e incluso si de ello se deriva un beneficio para los demás. Sobre todo si nos ayuda a cultivar el estilo del buen samaritano, que se inclina sobre el hermano en dificultad y se ocupa de él.