Lectura del primer libro de los Reyes.
En cierta ocasión, Jeroboám, que estaba al servicio del rey Salomón, salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; éste iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo. Ajías tomó el manto que llevaba encima y lo desgarró en doce pedazos. Luego dijo a Jeroboám: «Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus. Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel». Fue así como Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy. Palabra de Dios.
Comentario: Más allá de las diferencias culturales y tensiones políticas, el Autor sagrado presenta la división por motivos de orden religioso como un castigo por la apostasía idolátrica de Salomón. La división se da en el esquema «promesa-cumplimiento» donde el profeta Ajías anuncia la división del reino en doce localidades: diez para Jeroboám y dos para la dinastía davídica.
R. ¡Escuchemos la voz del Señor!
No tendrás ningún Dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero: Yo, el Señor, soy tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto. R.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no me quiso obedecer: por eso los entregué a su obstinación, para que se dejaran llevar por sus caprichos. R.
¡Ojalá mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos! Yo sometería a sus adversarios en un instante, y volvería mi mano contra sus opresores. R.
Aleluia. Señor, abre nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús realiza un milagro en tierras paganas. Es obvio que no busca hacer magia solamente, pues quiere dirigirse a la conciencia de aquel que iba a ser objeto de prodigio. Lógicamente, él no busca hacer espectáculo de ello y pide silencio. Pero la proclamación del pueblo por anunciar el prodigio obedece más a un reconocimiento gozoso de la eficacia desalienante de la presencia del Reino de Dios para que dé un triunfalismo político-mesiánico.