Por René Rebolledo Salinas, arzobispo de La Serena
Este domingo 24 de diciembre la comunidad cristiana celebra el 4° de Adviento, tiempo litúrgico que iniciara el 3 de diciembre pasado. Concluirá esta tarde con las primeras vísperas, dado que hoy se celebra también la misa de Nochebuena, mañana –lunes 25- el día de la Natividad del Señor. El tiempo de Navidad se extiende hasta la fiesta del bautismo de Jesús que el próximo año corresponde el lunes 8 de enero. Por tanto, el 4° domingo de Adviento este año es muy breve, sin embargo, de gran importancia, pues son las horas últimas de preparación que vive la comunidad cristiana para acoger la venida de nuestro Salvador, Jesús el Hijo de Dios.
La liturgia contempla hermosas lecturas para este día: la primera de la 2ᵃ de Samuel 7,1-5. 8-12.14.16; el Salmo corresponde el 88, 2-5.27.29; la segunda de la Carta a los Romanos 16, 25-27 y el Evangelio de la Anunciación del Ángel a María, Lucas 1, 26-38, mismo texto que correspondió el martes 8 en la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Este pasaje bíblico resalta el asentimiento de la Virgen santa a la voluntad del Padre Dios: “Yo soy la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra” (v 38). Es la respuesta adecuada a la elección divina: ¡María escucha y obedece! En la fe, Ella se entrega totalmente a la acción del Espíritu Santo, concibiendo de este modo en su seno al Hijo que procede del Padre. Su respuesta es una expresión magnífica de fe, disponibilidad total a la voluntad de Dios, señal que Ella es portadora de una extraordinaria noticia: la buena nueva de la salvación, Cristo su Hijo, vivo y presente entre nosotros, nuestro hermano y Salvador. Es también el comienzo de un largo camino en el cual Ella procura hacer siempre la voluntad de Dios.
María sigue a su Hijo Jesús en entrega incondicional de sí misma, también en aquellos momentos en que su corazón estaba lleno de dolor, pero pleno de amor, junto a Él al pie de la cruz. Solo la fe puede otorgar la fortaleza para asumir tal dolor.
Agradecemos a Dios el don de su Palabra –especialmente del Evangelio- que nos puede inspirar en gran medida para vivir las últimas horas del Tiempo de Adviento y comenzar el Tiempo de Navidad con la celebración de Nochebuena y mañana la gran solemnidad de la Natividad de nuestro Señor.
Podemos reflexionar personalmente y en comunidad –idealmente también en familia- acerca de la actitud de fe y confianza en Dios de la Santísima Virgen María. ¿Cómo pudiéramos seguir su enseñanza respecto de su gran disposición ante los designios de Dios Padre para Ella? ¿Qué actitudes en su camino de Fe nos enseña a nosotros y a nuestras familias como también a las comunidades de las cuales formamos parte? ¿Cómo hemos vivido este tiempo de Adviento, acompañados por Ella que esperó a su Hijo con gran
amor de Madre? ¿Cómo hemos preparado nuestro corazón –pesebre interior- para acoger a Jesús el Hijo de Dios?
La Virgen santa que nos ha acompañado en este Tiempo de Adviento, nos fortalezca, inspire e interceda por nosotros para acoger con gran amor, humildad y profunda gratitud al Hijo de Dios. El viene al mundo para ofrecernos plenitud de vida. ¡A los amables lectores deseo las bendiciones de la presencia del Hijo de Dios entre nosotros!