Lectura del libro de la Sabiduría.
Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla. Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad. Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de Él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. Por eso brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre. Los que confían en Él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a Él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos. Palabra de Dios.
Comentario: El Autor entiende que el ser humano es imagen de Dios por la inmortalidad a la que Dios lo había destinado antes del pecado. Así se entiende que, desde la Sabiduría, la inmortalidad es como la eternidad feliz en manos de él. Sobre todo a los que practican la justicia viviendo según la voluntad de Dios.
R. ¡Bendeciré al Señor en todo tiempo!
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.
Cuando ellos claman, el Señor los escu¬cha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.
Aleluia. «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber». Palabra del Señor.
Comentario: Las instrucciones de Jesús a sus discípulos tienen un denominador común: el servicio al Reino que solo es posible desde la fe. Es sabido que nadie está exento de desviarse del camino del Señor y asumir actitudes contrarias a las del Reino de Dios. No obstante, ante Dios los discípulos son siempre servidores que no esperan ser retribuidos, pues la virtud de la gratuidad es lo que ha de caracterizar al buen discípulo.