Expresión de la religiosidad popular que reza y canta la doctrina cristiana mediante la décima, una estrofa compuesta por versos octosílabos que riman alternadamente, acompañados con guitarra traspuesta, rabel o guitarrón chileno.
Esta original poesía cantada llega a nuestro país en tiempos de la Conquista, traída por los jesuitas españoles, quienes, para superar la barrera lingüística y cultural, emplean este recurso en la evangelización. Ellos se establecen en la región entre el Choapa y el Maule, siendo Bucalemu el epicentro en donde nace esta tradición, que solo se conserva en Chile.
La primera décima enseñada por los españoles, dedicada a la Virgen María, se convierte en la matriz del canto a lo divino:
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti celestial princesa,
Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, madre mía.
Los cantores a lo divino, salmistas de nuestro tiempo, interpretan sus décimas en festividades en las que se honra a Dios y a la Virgen en sus distintas advocaciones, entre ellas en las Novenas de los santos patronos de los pueblos, en el Mes de María, en el velorio de un angelito y en las diversas celebraciones del calendario litúrgico.
Una hermosa expresión del pueblo campesino, con su original forma de expresar la fe, que debería estar integrada a la pastoral de la Iglesia, para que esta crezca aún más desde su interior.
En Jesús, María y Pablo,
El Director