Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, uste¬des antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ahora ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! «¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?». Porque todo viene de Él, ha sido hecho por Él, y es para Él. ¡A Él sea la gloria eternamente! Amén. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo constata el rechazo de su pueblo al evangelio. Sin duda que para él es un misterio. No obstante, más allá de constatarlo, invita a la humildad y a la esperanza, pues la conversión del pueblo judío y la incorporación de los paganos ha de plasmarse. Cuándo y cómo, no lo estipula, pero lo aguarda en un futuro inminente.
R. ¡Respóndeme, Dios mío, por tu gran amor!
Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el Nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias. R.
Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos. R.
Porque el Señor salvará a Sión y vol¬verá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella. R.
Aleluia. «Si ustedes permanecen fie¬les a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la verdad», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!». Palabra del Señor.
Comentario: Las palabras de Jesús se centran en dos rasgos fundamentales: primero, la novedad de Jesús exige superar el egoísmo que pretende convertirnos en el centro de la vida de los otros. Segundo, quien busca solamente su justicia y plenitud se pierde como humano. Porque solo quien se da sin calcular y entrega sin retribución habrá alcanzado su grandeza y favor de Dios.