El cristiano está llamado a ser levadura en medio del mundo: su inserción en las actividades humanas debe ser plena, pero sin olvidar nunca que la meta final de la vida es Dios.
Pedimos perdón: Por no habernos empeñado a fondo en nuestros deberes laborales. Por la negligencia en el cumplimiento de las pequeñas cosas diarias. Por cultivar una práctica religiosa alienante.
Entregarnos a Dios con fidelidad, en la realización de un servicio leal y transparente, es lo que pedimos hoy.
Presentación de las ofrendas
El pan y el vino que presentamos ante altar son símbolo de unidad y de fraternidad. Con ese espíritu, ofrecemos nuestro empeño en trabajar para construir un mundo de hermanos.
Comunión
La íntima unión con Cristo nos ayude a vivir con plenitud la vida cotidiana y a crecer en el conocimiento de los bienes definitivos.
Despedida
En la vuelta a nuestras ocupaciones cotidianas, tratemos de hacer realidad el mensaje de Cristo. Que no sea algo ocasional del momento del culto, sino que anime toda nuestra existencia.