Lectura de la profecía de Joel.
¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes! ¡Giman, servidores del altar! ¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia, ministros de mi Dios! Porque se ha privado a la Casa de su Dios de ofrenda y libación. Ordenen un ayuno, convoquen a una reunión solemne, congreguen a los ancianos y a todos los habitantes del país, en la Casa del Señor, su Dios, y clamen al Señor. ¡Ah, que Día! Porque está cerca el Día del Señor, y viene del Todopoderoso como una devastación. ¡Toquen la trompeta en Sión, hagan sonar la alarma en mi Montaña santa! ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el Día del Señor, porque está cerca! ¡Día de tinieblas y oscuridad, día nublado y de sombríos nubarrones! Como la aurora que se extiende sobre las montañas, avanza un pueblo numeroso y fuerte como no lo hubo jamás, ni lo habrá después de él, hasta en las generaciones más lejanas. Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta, ante la calamidad natural de la invasión de langostas, llama al duelo y la penitencia. Esta calamidad es vista como señal de que algo anda mal y por eso la convocatoria al ayuno. Porque llegará el «día del Señor» donde Dios intervendrá los fenómenos atmosféricos o ejércitos enemigos para plasmar una gran restauración y salvación.
R. El Señor gobierna al mundo con justicia.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón y proclamaré todas tus maravillas. Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo. R.
Escarmentaste a las naciones, des¬truiste a los impíos y borraste sus nombres para siempre. Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron, su pie quedó atrapado en la red que ocultaron. R.
Pero el Señor reina eternamente y establece su trono para el juicio: Él gobierna al mundo con justicia y juzga con rectitud a las naciones. R.
Aleluia. «Ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando Yo sea levantado en alto sobre la tie¬rra, atraeré a todos hacia mí», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: «Éste expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque –como ustedes dicen– Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús es puesto en entredicho por quienes lo cuestionan. No obstante, la ocasión le es útil e idónea para establecer que ante él nadie puede permanecer neutral; o se le acepta y se le sigue radicalmente, o simplemente se le rechaza y se vive sin él. Porque a aquel a quien Jesús ha liberado del poder del mal ha de procurar no volver a caer y velar por ser fiel a su persona.
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GLORIA A TI SEÑOR JESÚS