Giovanni di Pietro Bernardone nace en Asís, Italia, en el año 1182, en el seno de una familia acomodada. Siendo un joven que vive de manera frívola, se ve forzado a ir a la guerra y cae prisionero. Su salud comienza a resquebrajarse y en medio de la guerra y la enfermedad, comienza a escuchar una voz que clama desde su interior: «Sirve al amo y no al siervo». Su pésimo estado de salud lo obliga a retornar a casa y allí, en contacto con la naturaleza y el redescubrimiento de la oración, de a poco va entendiendo lo que Dios quiere de él.
Comienza a pedir limosna para los pobres y visita a los enfermos apartados del pueblo, muchos de ellos leprosos, a quienes cura sus heridas y les da alimento y abrigo. A quien se encuentra por las calles lo saluda diciendo:
«La paz del Señor sea contigo».
Cierto día, mientras reza en la Iglesia de San Damián, le parece que Cristo crucificado le dice: «Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas». Creyendo que le pide reparar el templo físico se va a vivir allí y comienza las labores de restauración. Con el tiempo se traslada a una capilla llamada Porciúncula, la cual también restaura y convierte en su hogar.
Su estilo de vida comienza a atraer a muchos de sus amigos, por lo que con el tiempo le surge la idea de formar una comunidad religiosa centrada en la pobreza y la caridad, que se va concretando hasta que en 1210, junto a sus hermanos, viaja a Roma con el manuscrito de la futura regla, que es aprobada por el papa Inocencio III. Primero se llamaron Varones Penitentes de Asís, luego Orden de Frailes Menores. Son conocidos como Orden Franciscana o Franciscanos.
Fallece el 3 de octubre de 1226, a los 44 años de edad. Su figura e influencia en la Iglesia y en la cultura es universalmente apreciada, incluso por quienes no tienen fe o no son católicos, quienes reconocen en él a una persona extraordinaria.
El papa Jorge Mario Bergoglio toma el nombre de Francisco al asumir su pontificado, con el deseo de honrar su memoria y, al mismo tiempo, como una forma de pedir su intercesión. Es el mismo Papa quien lo llama «hombre de armonía y de paz».
Treinta y nueve ciudades en el mundo llevan su nombre en Chile: san Francisco de Chiu-Chiu, San Francisco de Mostazal, San Francisco de Limache, el paso fronterizo San Francisco de Chañaral, San Francisco de la Palma, San Francisco de Rari y Portal San Francisco de Temuco.