Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 111, 1-9; Mt 9, 35-38.
Lectura del libro de Esdras.
Yo, Esdras, a la hora de la ofrenda de la tarde, me levanté, y con la túnica y el manto desgarrados, caí de rodillas, extendí las manos hacia el Señor, mi Dios, y dije: «Dios mío, estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta cubrirnos por completo, y nuestra culpa ha subido hasta el cielo. Desde los días de nuestros padres hasta hoy, nos hemos hecho muy culpables, y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, fuimos entregados a los reyes extranjeros, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza, como nos sucede en el día de hoy. Pero ahora, hace muy poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. Porque nosotros estamos sometidos; pero nuestro Dios no nos ha abandonado en medio de la servidumbre. Él nos obtuvo el favor de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y para darnos una muralla en Judá y en Jerusalén». Palabra de Dios.
Comentario: Esdras constata que los repatriados, algunos de ellos, sacerdotes y levitas, habían contraído matrimonio con extranjeras. Esta situación le duele y se dirige a Dios implorando su perdón. Por eso, con su reforma, impulsará una serie de medidas para reconstruir y conservar la frágil comunidad, reforzando aquellos elementos que consoliden la identidad: la raza y la religión.
R. ¡Bendito sea Dios, que vive eternamente
Él castiga y tiene compasión, hace bajar hasta el Abismo y hace subir de la gran Perdición, sin que nadie escape de su mano. R.
¡Celébrenlo ustedes, israelitas, delante de todas las naciones! Porque Él los ha dispersado en medio de ellas, pero allí les ha mostrado su grandeza. R.
Exáltenlo ante todos los vivientes porque Él es nuestro Señor, nuestro Dios y nuestro Padre, Él es Dios por todos los siglos. R.
Él los castiga por sus iniquidades, pero tendrá compasión de todos ustedes, y los congregará de entre todas las naciones por donde han sido dispersados. R.
¡Conviértanse, pecadores, y practiquen la justicia en su presencia! ¡Quién sabe si Él no les será favorable y tendrá misericordia de ustedes! R.
Aleluia. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos en todas partes. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús habla con autoridad a sus Apóstoles y deben de hacer lo que han visto y oído de su Maestro. Además, les advierte que para la misión han de despojarse de todo aquello que los esclavice. Por eso, han de depender humildemente de la generosidad de la gente, aceptando con agrado la acogida, pero sacudiéndose el polvo de los pies donde no fueran recibidos.