Leccionario Santoral: Gn 12, 1-4 (o bien: 1Cor 12, 31−13, 13); Sal 33, 2-11; Mt 19, 27-29.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A Él sea el honor y el poder para siempre! Amén. Palabra de Dios.
Comentario: Los encargos y directrices a Timoteo son para que continúe fiel y persevere en ser un “hombre de Dios” y que no se deje influenciar por los malos líderes. Su testimonio de vida debe ser al modo de Jesús, es decir, custodiar y mantener intacta la sana doctrina, que está concentrada en las enseñanzas y acciones del Señor.
R. ¡Lleguemos hasta el Señor cantando himnos de gozo!
Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta Él con cantos jubilosos. R.
Reconozcan que el Señor es Dios: Él nos hizo y a Él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre. R.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones. R.
Aleluia. Felices los que retienen la Palabra de Dios con un corazón bien dispuesto y dan fruto gracias a su constancia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola: «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y éstas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!» Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús enseña cómo su palabra es descuidada y rechazada por algunos, pero bien recibida por un corazón bien dispuesto. Así, a estos últimos, la palabra de Dios cae en un buen terreno que la recibe y la conserva. Sin embargo, al que no está bien dispuesto, por más que miren y oigan no entienden ni pueden contemplar el misterio del Renio de Dios que se les ofrece, porque su corazón está cerrado al misterio de Dios (Cf. Is 6, 9).