Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Hermanos: Antes, a causa de sus pensamientos y sus malas obras, ustedes eran extraños y enemigos de Dios. Pero ahora, Él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de Él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable. Para esto es necesario que ustedes permanezcan firmes y bien fundados en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a todas las criaturas que están bajo el cielo y de la cual yo mismo, Pablo, fui constituido ministro. Palabra de Dios.
Comentario: Sin duda que la persona de Jesús revela el misterio de Dios, pero también quién es y cómo, por los méritos de su sacrificio, perdona los pecados y reconcilia al hombre con la propia creación. Gracias a que Cristo, nos amó y se entregó por nosotros, pasamos a vivir en comunión con él, pero también con mi prójimo y comunidad.
R. ¡Dios es mi ayuda!
Dios mío, sálvame por tu Nombre, defiéndeme con tu poder. Dios mío, escucha mi súplica, presta atención a las palabras de mi boca. R.
Dios es mi ayuda, el Señor es mi verdadero apoyo. Te ofreceré un sacrificio voluntario, daré gracias a tu Nombre, porque es bueno. R.
Aleluia. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”. Jesús les respondió: “¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”. Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”. Palabra del Señor.
Comentario: Según (Éx 20, 8-10) se prohibía trabajar en día sábado y si se hacía se imponían severas penas, incluso la muerte (Éx 31, 14-15). Los rabinos o maestros de la ley recalcaban esta idea y custodiaban para que se cumpliera. No obstante, Jesús enseña algo nuevo: en sábado se puede hacer todo tipo de “bien”, sobre todo cuando está en riesgo la propia vida. Y agrega que dejar de hacer el bien, aunque sea por respeto al sábado, es lo mismo que hacer el mal.