El anuncio que Jesús hace de su Pasión es la antesala de lo que sus discípulos habrán de experimentar a causa de seguirlo. Jesús al aceptar el camino que lo lleva a la muerte para posteriormente resucitar no es un determinismo, sino la actitud consciente de lo que implica ser coherente con su misión. Esta necesidad imperiosa del Señor permite que las ideas acerca de su mesianismo comiencen a desvanecerse para despertar a una distinta, puesto que el «seguimiento» más que éxitos, honores, dinero o poder es, en gran parte, el camino del sacrificio, la renuncia y el rechazo.
Ante las exigencias del seguimiento ―como creyentes―, somos tentados a actuar como Pedro. Es decir, vivir el mesianismo de Jesús, pero «a mí manera», rechazando el sacrificio o la cruz de cada día. En vez, de ser discípulos a imagen y semejanza de Jesús, queremos que Él sea a imagen y semejanza del discípulo. En una sociedad incrédula o secularizada es patente la idea de que el Evangelio es el que debe adaptarse a nuestros tiempos, pero no al revés y por una simple razón: «Jesús no es como la gente quiere que sea». Pedro sabe que Jesús es el Mesías, pero no asume las consecuencias de su mesianismo, pues busca que el Maestro sea imagen y semejanza de sus caprichos.
Quienes buscan tomarse en serio a Jesús experimentan que ese encuentro personal produce a sí mismo un parto doloroso por el cual debe nacer el hombre nuevo. Asimismo, la actitud de Pedro es entendible desde la idea concebida y enseñada por la tradición judía: «Un Mesías liberador y triunfador». Por tanto, asumir la realidad de que Jesús, el Mesías iba a sufrir y morir era inconcebible para él. Por eso, las palabras de Jesús: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás!» más que un rechazo es como un llamado de atención, es decir, no es el discípulo quien pone las condiciones del seguimiento sino el Maestro: negarse a sí mismo y cargar con la propia cruz.
«Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16, 23).
P. Fredy Peña T., ssp
Complementa tu reflexión personal al Evangelio del domingo con estos aportes de SAN PABLO: