Leccionario Santoral: Sab 3, 1-9; Sal 115, 10-13. 16-17; Jn 15, 12-16.
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien. Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos, como sucede hoy. Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. Él hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto. Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a Él y jura por su Nombre. Él es tu gloria y tu Dios, y Él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo. Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo. Palabra de Dios.
Comentario: Moisés expone las exigencias del Señor y los compromisos que el pueblo deberá tener para con Dios al momento en que la Alianza sea renovada: honrar al Señor, seguirlo solo a él y amarlo de todo corazón. Por esta razón, Israel es invitado a circuncidar su corazón y a reconocer la grandeza e imparcialidad de Dios, pues él es el único justo que se ocupa de los más marginados: la viuda, el huérfano y el emigrante.
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
Aleluia. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará». Y ellos quedaron muy apenados. Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?». «Sí, lo paga», respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?». Y como Pedro respondió: «De los extraños», Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti». Palabra del Señor.
Comentario: Era costumbre entre los judíos pagar un impuesto anual para el Templo, que equivalía al trabajo de dos días de un obrero. Jesús no estaba obligado a pagarlo, porque él no era súbdito. La analogía utilizada por el Señor es evidente, él es el «Hijo de Dios» o el «Señor del Templo». Sin embargo, ante esta libertad que lo sustenta, él quiere respetar la obligación legal y no quiere escandalizar a las autoridades. Por eso, ante la disposición legal, la acepta por ser la «Casa de Dios».
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Gloria y honor a ti Señor Jesús… 🙏❤️✝️🇨🇱🙋🏻♂️