Leccionario Santoral: Ecli 44, 1. 9-15; Sal 131, 11. 13-14. 17-18; Mt 13, 16-17.
Lectura del libro del Éxodo.
Los israelitas partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elím y el Sinaí. En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea». Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día». Moisés dijo a Aarón: «Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas: Preséntense ante el Señor, porque él ha escuchado sus protestas». Mientras Aarón les estaba hablando, ellos volvieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube. Y el Señor dijo a Moisés: «Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios». Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando ésta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?». Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento». Palabra de Dios.
Comentario: El rigor del desierto y la carencia de las mínimas seguridades o comodidades acaban con la paciencia de los israelitas. Ante los reclamos, el Señor provee de alimentos para todos, pero también les enseña algunas disposiciones y mandatos para ver si estos cumplen sus compromisos. Si bien el paso por el desierto es real y difícil, también posee una dimensión simbólica. Es decir, el desierto es como el espacio y el tiempo donde la mentalidad de esclavo debe desaparecer y dar paso a una mentalidad nueva que se forme a partir de la Ley del Señor.
R. El Señor les dio un alimento celestial.
Los israelitas tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo comida a su antojo. Hablaron contra Dios, diciendo: “¿Acaso tiene Dios poder suficiente para preparar una mesa en el desierto?”. R.
Entonces mandó a las nubes en lo alto y abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial. R.
Todos comieron un pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos. Hizo soplar desde el cielo el viento del este, atrajo con su poder el viento del sur. R.
Hizo llover sobre ellos carne como polvo y pájaros como arena del mar: los dejó caer en medio del campamento, alrededor de sus carpas. R.
Aleluia. La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; el que lo encuentra permanece para siempre. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga! ». Palabra del Señor.
Comentario: La parábola del sembrador ilustra cómo tiene lugar la aceptación del Reino. En ese sentido, los discípulos han de responder a los dones de Dios. Es decir, la abundancia, más que una cuestión cuantitativa, tiene que ver con la calidad de la producción. Por tanto, para producir esos frutos que Jesús pide hay que saber escuchar y entender; y entender es también practicar, pues la parábola nos abre a la esperanza en la acción de Dios, ya que sus frutos siempre son insospechados.
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Gloria y honor a ti Señor Jesús… 🙏🤍✝️🇨🇱🙋🏻♂️
GLORIA A TI SEÑOR JESÚS…