El misterio de la Santísima Trinidad es el más importante de la fe cristiana, puesto que nos conduce a la vida íntima de Dios. Pero también es el ideal de comunidad cristiana, ya que la Santísima Trinidad no vive ensimismada sino que se vincula con la humanidad por medio del amor. Aquel amor está manifestado por Jesús en el diálogo con Nicodemo, pues su muerte inserta al ser humano en el misterio de Dios, ya que él da la vida y su muerte es consecuencia de ese amor. Por eso, el que ama verdaderamente se sacrifica para que el “otro” pueda llegar a ser feliz, es decir, siempre el verdadero amor deviene en un costo donde algo hay que sacrificar.
Así, el amor que expresa el misterio Trinitario, donde Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, se traduce en un amor incondicional y sin excepciones. En un amor tan puro, grande y desapegado que solo quiere comunicarse y darse. No tiene otra justificación o motivación. Por eso Dios nos ama, no porque seamos “buenos” sino porque él es “bueno” y quiere comunicar su vida en plenitud. Sin duda que Jesús es la personificación del amor del Padre y del Espíritu Santo que culmina con la entrega del Hijo único. Es una entrega del amor que todos necesitan y tienen acceso a ella mediante la fe en Jesús.
No obstante, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no quieren que el hombre sea infeliz; al contrario, anhelan que este sea un Bienaventurado. No desean que las personas se pierdan como tampoco sienten satisfacción al condenar a alguien. Por eso la vida de Jesús incita a las personas a discernir, él no juzga, simplemente suscita el juicio de Dios sobre las malas acciones del hombre. Quien se pone a favor no es juzgado, pero quien decide en contra “ya está juzgado”, porque no ha creído en el amor del Hijo único de Dios. Asumir el misterio trinitario como un compromiso de amor, potencia y anima a la comunidad cristiana a la vida de fe y al amor relacional que nace del propio misterio.
“Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 17).
P. Fredy Peña T., ssp
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