Leccionario Santoral: 2Mac 6, 1; 7, 1-2. 9-14; Sal 123, 2-5. 7-8; Mt 4, 25—5, 12.
LECTURA Ecli 51, 12-20
Lectura del libro del Eclesiástico.
¡Señor, te daré gracias y te alabaré! Bendeciré el nombre del Señor. En mi juventud, antes de andar por el mundo, busqué abiertamente la sabiduría en la oración; a la entrada del Templo, pedí obtenerla y la seguiré buscando hasta el fin. Cuando floreció como un racimo que madura, mi corazón puso en ella su alegría; mi pie avanzó por el camino recto y desde mi juventud seguí sus huellas. Apenas le presté un poco de atención, la recibí y adquirí una gran enseñanza. Yo he progresado gracias a ella: al que me dio la sabiduría le daré la gloria. Porque resolví ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no me avergonzaré de ello. Mi alma luchó para alcanzarla, fui minucioso en la práctica de la Ley, extendí mis manos hacia el cielo y deploré lo que ignoraba de ella. Hacia ella dirigí mi alma y, conservándome puro, la encontré. Palabra de Dios.
Comentario: El poema de la sabiduría acentúa un itinerario de vida sensato, equilibrado y feliz. Pero también es una acción de gracias, porque se reconoce a Dios como el creador de todo. La sabiduría es personificada con rasgos de maestra y relata cómo el Autor del poema la buscó y alcanzó para reconocer que todo lo ha hecho Dios y lo ha dispuesto según su misericordia.
SALMO Sal 18, 8-11
R. ¡Tus preceptos alegran el corazón, Señor!
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.
ALELUIA Cf. Col 3, 16-17
Aleluia. Que la palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza; dando gracias por Él a Dios Padre. Aleluia.
EVANGELIO Mc 11, 27-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a Él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: “Del cielo”, Él nos dirá: “¿Por qué no creyeron en Él?”. ¿Diremos entonces: “De los hombres”?». Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos». Y Él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas». Palabra del Señor.
Comentario: El Sanedrín, como autoridad religiosa, reconoce la autoridad de Jesús, pero no su origen. Porque no conciben que la autoridad se ejerza desde el servicio y no desde el poder y los privilegios. Así, los dirigentes que no pueden negar la autoridad de Juan el Bautista deben aceptar implícitamente que es una “autoridad divina”, porque está puesta al servicio del hombre y no al revés.