Prefacio de Cuaresma.
LECTURA Est 3, 6; 4, 11-12. 14-16. 23-25
Lectura del libro de Ester.
El rey de Persia firmó un decreto, ordenando que todos los judíos fueran exterminados del país por la espada. Al enterarse, todo Israel clamaba con todas sus fuerzas, porque veían que su muerte era inminente. La reina Ester, presa de una angustia mortal, también buscó refugio en el Señor. Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: “¡Señor mío, nuestro Rey, tú eres el único! Ven a socorrerme, porque estoy sola, no tengo otra ayuda fuera de ti y estoy expuesta al peligro. Yo aprendí desde mi infancia, en mi familia paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel entre todos los pueblos, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, para que fueran tu herencia eternamente. ¡Y tú has hecho por ellos lo que habías prometido. ¡Acuérdate, Señor, y manifiéstate en el momento de nuestra aflicción! Y a mí, dame valor, Rey de los dioses y Señor de todos los que tienen autoridad. Coloca en mis labios palabras armoniosas cuando me encuentre delante del león, y cámbiale el corazón para que deteste al que nos combate y acabe con él y con sus partidarios. ¡Líbranos de ellos con tu mano y ven a socorrerme, porque estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor! Tú, que lo conoces todo”. Palabra de Dios.
Comentario: La intercesión de Ester y sus súplicas por Mardoqueo y su etnia quedan a la espera de una intervención del Señor. No obstante, Amán ha encontrado una buena excusa para eliminar de su carrera política a Mardoqueo, funcionario honesto y leal; sin embargo, la suerte de los “justos” siempre queda al acecho y expuesta ante los poderosos o más “vivos”. La mediación de Ester es un signo de confianza y de abandono en Dios cuando humanamente se ha hecho todo lo posible.
SALMO Sal 137, 1-3. 7-8
R. ¡Me respondiste cada vez que te invoqué, Señor!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca. Te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Tu derecha me salva. El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos! R.
VERSÍCULO Sal 50, 12. 14
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y devuélveme la alegría de tu salvación.
EVANGELIO Mt 7, 7-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el Cielo dará cosas buenas a aquéllos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús nos transmite dos cosas en este Sermón de la Montaña: la eficacia total de la oración y la ley de la caridad. Con frecuencia podemos caer en la tentación de desanimarnos en la vida de oración, porque no vemos los frutos o no se nos concede aquello que pedimos. Sin embargo, Dios Padre es tan bueno que no nos concede todo lo que pedimos, sino aquello que conviene a nuestra vida o santidad, incluso muchas veces sin darnos cuenta.
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GLORIA A TI SEÑOR JESÚS…