En septiembre le damos la bienvenida a la primavera, a un clima más cálido, a los campos verdes y floridos, a los buenos vientos para elevar volantines y al ambiente dieciochero, saturado de tricolor, con el que conmemoramos la Independencia de nuestro país.
Celebrar Fiestas Patrias, desde el punto de vista de la fe, es tener presente la figura clave en el proceso de la Independencia: la Virgen del Carmen, declarada Reina y Patrona de Chile y Generala de las Fuerzas Armadas y de Orden. El general Bernardo O’Higgins se refiere a ella como Protectora de Chile y es, precisamente, él quien le promete un templo en el mismo lugar donde se consolide la Independencia. Ese lugar es Maipú.
Desde el año 1818, cada 18 de septiembre, en catedrales, parroquias y santuarios, es celebrado el tradicional Tedeum, una Misa de Acción de Gracias a la que, desde el año 1971, se le da un carácter ecuménico, invitando a obispos y pastores de otras Iglesias cristianas, en la que, juntos, oramos por el bienestar de todos los habitantes de nuestra larga y angosta faja de tierra.
El último domingo de este mes, la liturgia celebra el Día de Oración por Chile. En Santiago se realiza la tradicional procesión de la Virgen del Carmen, en la que, superando cualquier tipo de división, el pueblo se une en una fiesta común para rezar por nuestra patria.
Septiembre es, también, el Mes de la Biblia, instituido por la Conferencia Episcopal de Chile en el año 2000, como un gesto ecuménico hacia las comu-nidades evangélicas que ya lo celebraban en este mes. Coincide, además, que el día 30 la liturgia recuerda a san Jerónimo, doctor de la Iglesia, que en el año 420 d. C. traduce la Biblia del hebreo al latín, versión llamada Vulgata.
Esperamos que las restricciones sanitarias por la pandemia ya nos permitan salir a celebrar Fiestas Patrias como Dios manda. Y la recomendación de todos los años: si van a beber, no conduzcan. ¡Feliz 18!
En Jesús, María y Pablo,
El Director