El evangelio presenta una nueva etapa en el ministerio de Jesús, ya que comienza su peregrinación espiritual desde Galilea hacia Jerusalén. En esta travesía, acontece su paso por la localidad de Samaria, donde los judíos no eran bien recibidos. Sin duda que esta hostilidad la vivió el propio Jesús, pues estas diferencias religiosas y de cultura daban cuenta de la hostilidad reinante entre judíos y samaritanos.
Pero la misión de Jesús está por sobre cualquier diferencia y, a pesar de ser rechazado, entiende que la hora de su pasión y muerte está cerca. La reprimenda a sus discípulos no es tanto por haber deseado lo peor a los samaritanos, sino porque el anuncio del Reino de Dios no es exclusivo de ellos o de unos pocos. Al contrario, Jesús cree que su misión debe circunscribirse no a los criterios de la espectacularidad, del triunfalismo o de la discriminación: si es de izquierda o de derecha. Él quiere contar con aquellos que –libres de sus prejuicios–, favorecen a su misión e instauración del Reino. Y es que, en la actualidad, el ideal de la entrega generosa, de la renuncia, del trabajo desinteresado o del servicio en el más puro anonimato no tiene cabida ni se condice con “el espíritu uitilitarista” que impera, pues hoy todo tiene su precio o costo, porque se ha perdido el sentido de la “gratuidad”.
Para seguir a Jesús se necesita algo más que adherirse a una causa, puesto que no se nos promete fama, éxito y honores. En efecto, casi siempre la misión muestra su rasgo más desagradable: el dolor, el sufrimiento e incluso el fracaso. Dejarlo todo por Cristo, sin duda que tiene sus costos, sobre todo aquello relacionado con nuestra “libertad”. Es decir, hasta qué punto esa libertad nos permite decir “sí” al Señor o nos condiciona, ya que la medida de su amor no es la nuestra. Lamentablemente, no hemos reparado en que el seguimiento a Jesús no es para alcanzar libertad, sino que se le sigue “en libertad”.
El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios (Lc 9, 62).
Fredy Peña Tobar, ssp.
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