Hablar de la paz personal puede parecer muy individualista. Pero la experiencia común demuestra que hace falta que cada uno se ocupe un poco más de su propio desarrollo interior. Sólo así, se podrá ayudar, de manera más justa , más eficaz y más apropiada, al prójimo.
El autor nos propone, en estas reflexiones, que nos animemos a dar algunos pasos más con el fin de entender lo que es la verdadera paz y crecer en ella; y que al meditar con estas páginas, permitamos a Jesús que penetre en el cenáculo de nuestro corazón, para que disipe todas las inquietudes, y que su paz abunde en todo nuestro ser y, así, nosotros podamos trasmitirla a quienes nos rodean.