Prosiguiendo con su serie de catequesis sobre la vejez, el Papa Francisco ofreció la 12º reflexión inspirada en el Salmo 71, que reza: “No me abandones cuando mis fuerzas flaqueen“. En efecto, para introducir este tema se leyeron algunos versículos que expresan, entre otras cosas: Tú, Señor mío eres mi esperanza y mi confianza desde mi juventud. Desde el vientre de mi madre eres mi apoyo. Muchas angustias y adversidades me has mostrado: tú me darás de nuevo la vida, me levantarás de las profundidades de la tierra, aumentarás mi honor y volverás a consolarme.
Al tomar la palabra, el Santo Padre explicó que en esta catequesis deseaba considerar, con el salmista, “la fragilidad y la vulnerabilidad presentes en la vida de los ancianos”. Se trata de una realidad, afirmó, que ya es dura en sí misma, que “da origen en nuestra civilización a situaciones de abandono, de engaños y de abusos contra las personas mayores”.
“Es paradójico que nuestra sociedad, tan avanzada en su presunta eficacia, propicie al mismo tiempo estas injusticias, cada vez más numerosas, que lejos de ser una excepción, muestran palpablemente la cultura del descarte que se ha apoderado de todos nosotros, de la sociedad”, dijo el Papa.
Ante esta situación Francisco manifestó a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, que “el salmista reafirma su confianza en el Señor, que es para él ‘la roca de refugio’”. En efecto, prosiguió, “cuando nuestras fuerzas se terminan, el Señor nos colma de seguridad y fortaleza”.
“Toda la sociedad debe sentirse interpelada por su incapacidad de convivir con la vejez, incapacidad que en ocasiones llega a hacer que los ancianos sean despojados de su dignidad y no se acepte la vulnerabilidad y fragilidad propias de esa etapa de la vida”, agregó el Santo Padre.
El Obispo de Roma invitó a “acoger el magisterio de la fragilidad, que la vejez pone antes nuestros ojos de manea creíble en todo el arco de la vida humana, pues todos tenemos necesidad de confiar en Dios e invocar su ayuda”, pues “el magisterio de la fragilidad es necesario para realizar una reforma indispensable en nuestra civilización, pues la marginación de los ancianos afecta todas las etapas de la vida“.
Finalmente, al saludar a los peregrinos de lengua española, Francisco los invitó a rezar para hacer nuestra “la súplica del anciano enfermo del salmo, la cual nos recuerda que en la oración y confianza en el Señor encontramos nuestra fuerza y refugio en los momentos difíciles de la vida”.