5º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
La identidad de los cristianos
Jesús dijo que somos “la luz del mundo” y, que brilla sobre una montaña, a la vista de todos. Nos concedió una clara y pública identidad. También nos dijo que somos “sal de la tierra”, los que tenemos que darle el buen gusto a la vida, a las relaciones humanas y a las actividades de nuestras comunidades. No obstante, si le preguntamos a la gente si son católicos, muchos contestan que “sí”, pero aclaran no “practicantes” y menos “fanáticos”, o “más o menos”, porque temen dar una respuesta más jugada. Muchas veces, estas respuestas corresponden a la verdad.
Quizá, el “más o menos” sea un aspecto muy acentuado de nuestra cultura actual. La política nos interesa… más o menos. El hambre en el mundo nos importa… más o menos. La cuestión ecológica nos parece una teoría abstracta y lejana, ya que nos toca más o menos… La vida de la comunidad cristiana nos convoca más o menos…
Tantas cosas en nuestra sociedad van más o menos… porque así somos.
Pero, cuando se trata de identidad, las cosas cambian. Nadie es “más o menos” un ser humano, nadie es “más o menos” hijo, madre, esposo, profesional…
La cultura del “más o menos” genera una amplia zona de mediocridad, de falta de compromiso, de egoísmo, de pereza y de comodidad. El “más o menos” no nos compromete a nada, ni con nadie.
El evangelio nos aclara que los bautizados recibimos una luz, que es la presencia de Jesús que nos quema adentro, salvo que tapemos esa luz y cultivemos el “más o menos” vamos a ver si nos salvamos.
Seguramente, no faltó en tu vida un momento en que te sentiste juzgado por tu fe, te sentiste maltratado en la comunidad o simplemente feliz, aunque sufriendo, cómo Jesús te imaginó. ¿O te escabulliste de ese momento con un “más o menos”, sin jugarte claramente y mostrar así tu identidad cristiana?
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo (Mt 5, 16).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Nada mejor para introducir esta liturgia que el salmo 94: “Venid, adoremos al Señor, postrados ante él que nos ha creado; él es el Señor, nuestro Dios”.
1ª LECTURA Is 58, 7-10
Guía: El profeta nos recuerda que Dios no quiere prácticas vacías de amor, sino que compartamos nuestro pan con los necesitados.
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor: Si compartes tu pan con el hambriento y albergas a los pobres sin techo, si cubres al que ves desnudo y no te despreocupas de tu propia carne, entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y Él dirá: «¡Aquí estoy!» Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 111, 4-9
R. Para los buenos brilla una luz en las tinieblas.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. R.
El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre. No tendrá que temer malas noticias: su corazón está firme, confiado en el Señor. R.
Su ánimo está seguro, y no temerá. Él da abundantemente a los pobres: su generosidad permanecerá para siempre, y alzará su frente con dignidad. R.
2ª LECTURA 1Cor 2, 1-5
Guía: Pablo nos enseña cómo anunciar a Cristo, confiando en el poder de Dios y no en nuestra habilidad.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 8, 12
Aleluia. «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 5, 13-16
Guía: El cristiano –si es digno de ese nombre– es sal de la tierra y luz del mundo con su testimonio de vida.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino, dones del Señor, los recibimos y los ofrecemos desde nuestra pobreza, para que sean ayuda a nuestra debilidad.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Cristo calma todos los deseos de quienes se acogen a su misericordia.
DESPEDIDA
Guía: Unidos por un solo pan y un solo cáliz, nos proponemos dar frutos de vida eterna, en lo cotidiano.