San Antonio, abad (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Éf 6, 10-13. 18; Sal 15, 1-2. 5. 7-8. 11; Mt 19, 16-26.
Reseña
Nació en una población del alto Egipto, al Sur de Menfis, en el año 251. Se retiró a la soledad siguiendo el ejemplo de un anciano ermitaño de los alrededores. El trabajo manual, la oración y la lectura constituyeron su principal ocupación. A los veinte años se retiró al desierto para llevar una vida de silencio y oración. Muchos luego adoptaron su estilo de vida, por lo que san Antonio redactó una Regla de vida, convirtiéndose en “padre de los monjes”. San Antonio abandonó, por momentos, la vida en soledad para estar junto a los cristianos perseguidos o para defender la fe frente a las herejías. Murió en el año 356.
LECTURA 1Sam 8, 4-7. 10-22
Lectura del primer libro de Samuel.
Se reunieron todos los ancianos de Israel y acudieron a Samuel en Ramá. “Tú ya eres viejo”, le dijeron, “y tus hijos no siguen tus pasos. Ahora danos un rey para que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones”. A Samuel le disgustó que le dijeran: “Danos un rey para que nos gobierne”, y oró al Señor. El Señor dijo a Samuel: “Escucha al pueblo en todo lo que ellos digan, porque no es a ti a quien rechazan: me rechazan a mí, para que no reine más sobre ellos”. Samuel comunicó todas las palabras del Señor al pueblo que le pedía un rey, diciendo: “Éste será el derecho del rey que reinará sobre ustedes. Él tomará a los hijos de ustedes, los destinará a sus carros de guerra y a su caballería, y ellos correrán delante de su carro. Los empleará como jefes de mil y de cincuenta hombres, y les hará cultivar sus campos, recoger sus cosechas, y fabricar sus armas de guerra y los arneses de sus carros. Tomará a las hijas de ustedes como perfumistas, cocineras y panaderas. Les quitará a ustedes los mejores campos, viñedos y olivares, para dárselos a sus servidores. Exigirá el diezmo de los sembrados y las viñas, para entregarlo a sus eunucos y a sus servidores. Les quitará sus mejores esclavos, sus bueyes y sus asnos, para emplearlos en sus propios trabajos. Exigirá el diezmo de los rebaños, y ustedes mismos serán sus esclavos. Entonces, ustedes clamarán a causa del rey que se han elegido, pero aquel día el Señor no les responderá”. El pueblo se negó a escuchar la voz de Samuel, e insistió: “¡No! Habrá un rey sobre nosotros, y así seremos como todas las naciones. Nuestro rey nos juzgará, saldrá al frente de nosotros y combatirá en nuestros combates”. Samuel escuchó todas las palabras del pueblo y las repitió en presencia del Señor. El Señor dijo a Samuel: “Escúchalos y dales un rey”.
Palabra de Dios.
Comentario: Las estructuras sociales cambiaron y el pueblo israelita pide a Samuel que, a imitación de los pueblos vecinos, sea un rey quien los gobierne. Para poder dar una respuesta adecuada, Samuel se dirige al Señor, comprendiendo que, a pesar de los riesgos, Dios está dispuesto a complacerlos, aunque tenga que advertirles que este cambio no asegurará todo el bienestar.
SALMO Sal 88, 16-19
R. ¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!
¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia. R.
Porque Tú eres su gloria y su fuerza; con tu favor, acrecientas nuestro poder. Sí, el Señor es nuestro escudo, el Santo de Israel es realmente nuestro rey. R.
ALELUIA Lc 7, 16
Aleluia. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Mc 2, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate, toma tu camilla y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados”, dijo al paralítico: “Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”.
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús sigue sanando y sorprendiendo a los escribas al perdonar primero los pecados y, en un segundo momento, curar al enfermo de su parálisis. Este hecho refuerza la idea que la fe cristiana salva no sólo el alma, sino a toda la persona. Por ejemplo, el sacramento de la Unción de los Enfermos, administrado a tiempo, puede también curar el cuerpo, además de perdonar los pecados.