La expresión Cordero de Dios nos suena extraña, pero cuando Juan Bautista señala al Señor Jesús con ese título está utilizando una expresión familiar para sus oyentes judíos. Se refería al cordero inmolado cada año en la fiesta de Pascua, en que celebraban que Dios los había liberado de la esclavitud en Egipto; pero, sobre todo, se refería al capítulo 53 del libro de Isaías, que habla del Siervo de Dios que es llevado como cordero al matadero y que lleva sobre sí los pecados de muchos.
Así, la expresión Cordero de Dios con la que Juan Bautista se refiere a Jesús, indica que Dios mismo está asumiendo nuestros pecados y dándonos su perdón. Es decir, Jesús es el Redentor que con su entrega de amor cancela toda la falta de amor que son nuestros pecados.
¿No es algo maravilloso este gesto de amor de Jesús por los pecadores –por cada uno de nosotros–, en el cual se le va la vida? A partir de la entrega del Señor Jesús, Cordero de Dios, nadie puede decir “no sé si Dios me perdonará lo que he hecho”: ¡el perdón es una realidad, pues el Señor Jesús asume sobre sí todos los pecados del mundo ofreciendo su propia vida!
Llenos del Espíritu Santo
En el relato evangélico de hoy, Juan Bautista da testimonio que Jesús es el Elegido de Dios, es Aquel que está habitado por el Espíritu Santo y que lo comunicará a otros.
Ser bautizado significa –ni más ni menos– estar habitado por el mismo Espíritu que animó la vida del Señor Jesús, por el mismo Espíritu que lo impulsó a decir lo que dijo y a hacer lo que realizó. Así, el don del Espíritu Santo nos hace hijos amados del Padre, como Jesús, y significa que recibimos del Padre la misma misión de Jesús: hacer presente el Reinado de Dios en nuestro mundo. En una palabra, el don del Espíritu Santo significa que el bautizado está llamado a ser otro Cristo.
Testigos del amor de Dios
Maravillosa es la entrega de Jesús como Cordero de Dios y maravilloso es el don del Espíritu Santo que nos hace semejantes a Jesucristo. Nuestra vida de cristianos es manifestar a otros estos dones del amor de Dios.
Comisión Nacional de Liturgia
1. Ambientación
Con la Solemnidad de la Epifanía del Señor hemos concluido el ciclo navideño, y ya estamos en los domingos del Tiempo Ordinario hasta el inicio el tiempo cuaresmal, en el mes de marzo. El texto evangélico de este domingo nos conduce al centro del don que Dios Padre nos hace en el bautismo: el don del Espíritu Santo por medio de Jesucristo, el que quita el pecado del mundo.
La lectura de Isaías nos presenta los rasgos del Siervo de Dios que se realizan en el Señor Jesús, seis siglos después de este anuncio.
Lectura del libro de Isaías. El Señor me dijo: «Tú eres mi Servidor, Israel, por ti Yo me glorificaré». Pero yo dije: «En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza». Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, habla el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que Yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a Él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; Yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra».
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor: Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: «Aquí estoy». R.
«En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón». R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. R.
Comienza hoy la lectura de las cartas del Apóstol Pablo a los corintios, las que iremos leyendo en la segunda lectura hasta el inicio de la Cuaresma.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquéllos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. A todos los que la recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Aleluia.
El evangelio de Juan nos anuncia la identidad de Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” y nos da el Espíritu Santo. Escuchemos con atención esta buena noticia de salvación.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel». Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿De qué modo correspondo al amor salvador del Cordero de Dios que perdona todos mis pecados y los pecados del mundo? ¿Qué signos manifiestan que el Espíritu Santo está actuando en mi vida? Toma un tiempo para admirar el inmenso amor del Señor Jesús que se hace manso y humilde como un cordero para acoger a todos.
M. Unidos en una sola voz, le suplicamos al Señor que escuche nuestras oraciones y acuda en nuestro auxilio.
1.- Por la Iglesia en el mundo entero, para que sea cada vez más un signo de la entrega de amor del Cordero de Dios. Roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor, te rogamos.
2.- Por el Papa N., y todos los pastores de la Iglesia, para que en su ministerio comuniquen la novedad del Espíritu Santo. R.
3.- Por todos los que ejercen algún tipo de autoridad en nuestro país, para que lo hagan como servidores de todos, especialmente de los pobres y sufrientes. R.
4.- Por todas las personas que están de vacaciones, para que en el descanso, el compartir familiar y la recreación, puedan encontrarte a ti, Señor Jesús. R.
5.- Por nuestra Comunidad de N., para que seamos un signo de la acción renovadora del Espíritu Santo en nuestro ambiente. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Señor, tú que eres recto y bondadoso, escucha nuestra oración y llévala a feliz término. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Señor Jesús, tú eres el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Te alabamos por la inmensidad de tu entrega de amor por cada persona.
R. ¡Bendito seas, Señor Jesús!
1.- Señor Jesús, tú eres el que está lleno del Espíritu Santo. Te alabamos por comunicarnos el mismo Espíritu que llena toda tu vida. R.
2.- Señor Jesús, tú eres el Elegido de Dios. Te alabamos porque nos elegido para ser tus discípulos. R.
M. Padre, en el Señor Jesús, Cordero de Dios, vienes a liberarnos de todos nuestros pecados y nos das tu mismo Espíritu Santo para hacernos hijos tuyos. Con el Señor Jesús te decimos: Padre nuestro…
Somos un pueblo que camina/ Negra es la uva/ Milagro de amor/ Jesús, estoy aquí/ Pescador de hombres/ El llamado/ La Elegida.