El domingo pasado, al celebrar la fiesta de Epifanía, recordábamos que Dios se ha revelado a todas las gentes en Jesús. Hoy, al celebrar la fiesta del Bautismo del Señor, seguimos profundizando en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Contemplamos a Jesús, ya no como niño, sino como adulto: el que ha nacido en Belén es el Ungido, el Hijo amado de Dios, que viene a llevar a plenitud la salvación, con la fuerza del Espíritu Santo.
En el episodio del bautismo de Jesús se concentra todo el misterio de Dios manifestado en el Padre que escucha y está con su Hijo en el Espíritu. Jesús es el rostro visible de Dios, su Palabra encarnada. Por eso este domingo viene a ser como una recapitulación de lo que hemos celebrado estos días pasados de Navidad: la Palabra eterna del Padre se ha encarnado para hacer realidad las promesas de Dios. Después de tanto tiempo el Señor ha tomado la iniciativa de dar cumplimiento, en un momento concreto de la historia, a la salvación prometida.
Ayer como hoy Dios nos sigue diciendo: “Este es mi Hijo muy querido”, para que le reconozcamos y le sigamos. En este sentido, para reconocer y seguir a Jesús, hemos sido ungidos, el día de nuestro bautismo, con la fuerza del Espíritu Santo, para ser testigos suyos en medio del mundo. El bautismo ha significado para cada uno de nosotros el inicio de un camino, siguiendo a Jesús, impulsados por el mismo Espíritu de Dios.
Con el Bautismo del Señor con-cluimos el Tiempo de Navidad. Unos días en los que hemos contemplado como Dios se ha hecho cercano al hombre, se ha hecho Dios con nosotros, en Jesucristo, que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
Comisión Nacional de Liturgia
Hoy celebra la Iglesia la Fiesta del Bautismo del Señor. Es una celebración que complementa la solemnidad de la Epifanía, que hemos celebrado el domingo pasado. Jesús, ya hombre adulto se acerca a Juan Bautista que bautizaba en el río Jordán, para ser bautizado e iniciar su misión: anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios.
Las lecturas de hoy nos invitan a fijar nuestros ojos en Cristo. Todo lo anunciado por el profeta Isaías, nosotros lo vemos cumplido de modo pleno en él; él es el verdadero Siervo, el Hijo amado del Padre que, lleno del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
Lectura del libro de Isaías. Así habla el Señor: Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. Él no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
¡Aclamen al Señor, hijos de Dios! ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor adórenlo al manifestarse su santidad! El Señor bendice a su pueblo con la paz. R.
¡La voz del Señor sobre las aguas! El Señor está sobre las aguas torrenciales. ¡La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa! R.
El Dios de la gloria hace oír su trueno. En su Templo, todos dicen: «¡ Gloria!». El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales, el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. R.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles. Pedro, tomando la palabra, dijo: Verdaderamente, compren-do que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a Él. Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con Él.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aclamación al Evangelio
Aleluia. Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo muy querido». Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!» Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
La fiesta de hoy nos permite adentrarnos en la persona de Jesucristo ¿Me preocupo de nutrir mi fe en Jesús? ¿He leído algún evangelio completo? Cada uno de nosotros, como Jesús, desde el día de nuestro bautismo, ha sido llamado “hijo” por el Padre Dios, ¿vivo la alegría y la misión de ser “hijo” de Dios?
M. En este día en que celebramos el Bautismo del Señor, unidos en oración, invoquemos al Padre.
1.- Por la Iglesia, para que persevere fiel a la misión de Jesús y anuncie el evangelio a todas las personas. Oremos.
R. ¡Por Jesús, tu hijo amado, escúchanos!
2.- Por todos los bautizados, para que avivemos la gracia que hemos recibido y seamos responsables de la misión que se nos ha encomendado. Oremos. R.
3.- Para que nuestra fe no quede reducida a la intimidad personal, sino que sepamos manifestarla en público con nuestras obras. Oremos. R.
4.- Por los que tienen cargos públicos o puestos de responsabilidad en la sociedad y se dicen cristianos, para que obren de acuerdo a su fe. Oremos. R.
(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)
M. Escucha Padre, nuestras oraciones, y haz que los que hemos recibido, por el agua y el Espíritu, el don de tu vida divina, caminemos como hijos de la luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. A Jesucristo, el Hijo amado, el Mesías prometido, nuestra alabanza y acción de gracias.
R. Te alabamos Jesucristo, Hijo amado del Padre.
1.- En ti, Señor Jesús, el Padre puso toda su predilección. Y hoy, nos haces compartir ese amor. R.
2.- Hoy el Espíritu de gloria descansa sobre ti. Y nos haces compartir tu Espíritu. R.
3.- Hoy la voz del Padre sobre las aguas te reveló como su Hijo. Y nos haces compartir tu dignidad de Hijo. R.
M. Gracias, Jesucristo, por dejarnos esta oración en la que invocamos a Dios como Padre: Padre nuestro…
Pueblo de reyes/ Un solo Señor/ Vuelvan los ojos hacia el Señor/ Hoy Señor, te damos gracias (Gracias Padre)/ Envíanos Señor, tu Espíritu.