Leccionario Santoral: 1Cor 2, 1-10; sal 36. 3-6.30-31; Lc 14, 25-33.
LECTURA Sof 3, 9-13
Lectura de la profecía de Sofonías.
Así habla el Señor: Yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el Nombre del Señor y lo sirvan con el mismo empeño. Desde más allá de los ríos de Cus, mis adoradores, los que están dispersos, me traerán ofrendas. Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque Yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírte sobre mi santa Montaña. Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el Nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin que nadie los perturbe. Palabra de Dios.
Comentario: Sofonías colaboró con Josías denunciando las costumbres extranjeras y predijo la destrucción de Nínive. De su discurso acerca de la amenaza de destrucción universal por los pecados del pueblo se pasa a la promesa de restauración. Por tanto, la destrucción es más una “purificación” que luego se concretará en la salvación de Jerusalén, lugar donde concurrirán todos los adoradores del Señor.
SALMO Sal 33, 2-3. 6-7. 17-19. 23
R. El pobre invocó al Señor, y Él lo escuchó.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Señor rechaza a los que hacen el mal, para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando los justos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.R.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.
ALELUIA
Aleluia. Ven, Señor, no tardes; perdona los pecados de tu pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Mt 21, 28-32
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: “Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña”. Él respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: “Voy, Señor”, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él». Palabra del Señor.
Comentario: En la parábola de los dos hijos no vale la respuesta políticamente correcta, porque en el fondo lo que le interesa a Jesús es ver cuál de los dos hijos hizo la voluntad de su padre. Es decir, no importa las apariencias externas sino lo que hay en el corazón de cada persona. El que honra a Dios no es únicamente el que observa unos preceptos, sino el que verdaderamente hace su voluntad. De ortodoxia tenemos bastante y por eso se necesita más el compromiso amoroso con Dios.