El primer domingo de Adviento es un tiempo y una oportunidad más para abrir nuestro corazón a la “novedad” y vivir, como creyentes, la llegada de Jesús en la humanidad de Belén, y en espera de su segunda venida gloriosa. Este tiempo litúrgico es memoria y profecía de que el Señor vino, viene y vendrá. Es cierto que la Navidad como hecho histórico no ocurrirá más, pero las constantes venidas del Señor son nuestro presente y su venida final el futuro. El Adviento es como un despertador que invita a salir de la pereza y la apatía espiritual para “avivar” y “acoger” en todo momento la vida de la gracia.
Por eso, debemos estar “expectantes” para no vivir ensimismados en el egoísmo y estar abiertos al don de Dios. El hombre es un ser que vive en esperanza y, por tanto, no puede conformarse únicamente con aquellas “seguridades” que le ofrece este mundo. Comúnmente se escucha a otros mesianismos liberadores como explotadores encubiertos, vanguardistas interesados u oportunistas sin escrúpulos que, valiéndose de discursos de grandes conquistas sociales, no llenan el vacío existencial que vive la sociedad ni permiten que esta se vuelque a Dios.
Hoy, la crisis de fe y de desesperanza, son el mínimo común denominador de la sociedad y es transversal en lo político, social, laboral, eclesial y familiar. Se tiene la ilusión de que, al satisfacer las necesidades físicas, materiales o de realización profesional se llegará a una vida feliz, buen nivel económico y psíquico, pero ¿basta con eso? Si el corazón del hombre se embota por causa del consumismo, por relaciones de interés, es decir, “Tú me das, yo te doy”, entonces no habrá lugar para celebrar la “venida” del amor de Dios: El tiempo de Adviento nos pide tener el corazón hacia Dios para encarnar la espera, la oración y la conversión vigilante.
“Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes…”, (Lc 21, 34).
Fredy Peña Tobar, ssp
Para complementar tu reflexión personal al Evangelio de este domingo: