En su Catequesis de esta mañana, en el ámbito de la primera Audiencia general de noviembre celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa reafirmó que debemos “querer el bien de nuestros hermanos”. Francisco dijo que “la regla suprema de la corrección fraterna es el amor”. De ahí que debamos “tolerar” los problemas de los demás y sus defectos sin “despellejar al otro como si yo fuera perfecto”.
Francisco ofreció su Catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, a partir de la lectura de Gal 5,16-17.25, pasaje del Nuevo Testamento que propone el tema “Caminar según el Espíritu”. A partir de ellos, el Santo Padre explicó que el Apóstol exhorta a los cristianos a dejarse guiar en el seguimiento a Cristo. “Estas expresiones indican que la vida cristiana es acción, movimiento, dinamismo. Al mismo tiempo, el Apóstol nos dice que hay que evitar el camino opuesto, al que llama “los deseos desordenados”. Pero eso no significa que el mal o nuestros impulsos negativos vayan a desaparecer, sino que Dios es siempre más fuerte que nuestras resistencias y nuestros pecados”, afirmó.
Por otro lado, el Obispo de Roma manifestó que este caminar según el Espíritu no es solo una acción individual si no que, por el contrario, es algo que implica a toda la comunidad. “Para poder combatir los “deseos de la carne” que no favorecen la comunión —como la envidia, la hipocresía, el rencor, las críticas destructivas— es necesario dar espacio a la gracia y a la caridad. El amor es la regla suprema para poder seguir el camino de Cristo, nos hace conscientes de nuestra propia fragilidad, y nos hace misericordiosos y solidarios con las dificultades y debilidades de los demás”, manifestó.
El Pontífice profundizó en la importancia del amor fraterno: “Se trata de tolerar los problemas de los otros, los defectos de los otros en silencio en la oración, para después encontrar el camino adecuado para ayudarlo a corregirse. Y esto no es fácil. El camino más fácil es el del chismorreo. Despellejar al otro como si yo fuera perfecto. Y esto no se debe hacer. Mansedumbre. Paciencia. Oración. Cercanía”.
El Papa hizo la siguiente pregunta a los peregrios de habla hispana presentes en la Audiencia: ¿Caminamos según el Espíritu o nos quedamos encerrados en deseos mundanos?. A lo que el mismo respondió: “Si nos dejamos guiar por el Espíritu, también estamos llamados a acompañar a los que más sufren, a rezar por ellos, a ayudarlos de una manera concreta. Los animo a seguir en este camino con paciencia y alegría”.