De la feria. Verde. San Juan Capistrano, p. (ML). Blanco.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales, obedeciendo a sus malos deseos. Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios. Que el pecado no tenga más dominio sobre ustedes, ya que no están sometidos a la Ley, sino a la gracia. ¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sometidos a la Ley sino a la gracia? ¡De ninguna manera! ¿No saben que al someterse a alguien como esclavos para obedecerle, se hacen esclavos de aquél a quien obedecen, sea del pecado, que conduce a la muerte, sea de la obediencia que conduce a la justicia? Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina, a la cual fueron confiados, y ahora, liberados del pecado, han llegado a ser servidores de la justicia.
Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo advierte a los romanos que, desde que Cristo asumiera nuestra condición humana, el pecado y el mal ya no tienen dominio sobre nuestra vida. Con todo, el cristiano vive la tensión entre permanecer en Dios o volver al mal. ¿Estamos en la gracia de Dios o aún nos esclavizan nuestras malas obras? Dios ya hizo su parte, la decisión ahora es nuestra.
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando los hombres se alzaron contra nosotros, nos habrían devorado vivos, cuando ardió su furor contra nosotros. R.
Las aguas nos habrían inundado, un torrente nos habría sumergido, nos habrían sumergido las aguas turbulentas. ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó como presa de sus dientes! R.
Nuestra vida se salvó como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y nosotros escapamos. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Aleluia. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada». Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?» El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto recibirá un castigo severo. Pero aquél que, sin saberlo, se hizo también culpable será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más».
Palabra del Señor.
Comentario: Estas líneas nos hacen tomar conciencia de que la vida terrena es una oportunidad para hacer el bien y, por ella, llegar con las manos repletas de servicio y amor a los más necesitados. En cambio, el final será fatal si tratamos mal a nuestro prójimo y pensando sólo en nuestro bien. ¿Qué estamos haciendo mientras llega el final?