Esta mañana, el Papa Francisco reanudó el ciclo de catequesis de los días miércoles, en los que ha abordado el contenido de la Carta a los Gálatas la cual, a su modo de ver, “es el anuncio de Pablo que nos da vida a todos”. En esta oportunidad su reflexión se basó en el texto contenido en el primer capítulo de la Carta, versículos 6 al 8.
En ese sentido, el Pontífice se dio tiempo para recordar la figura de Pablo, hombre “entusiasta” con la misión de evangelizar, pues “parece que no ve otra cosa que esta misión que el Señor le ha encomendado. Todo en él está dedicado a este anuncio, y no posee otro interés que no sea el Evangelio”. Además, dijo el Papa, “el amor, el interés y el trabajo de Pablo es anunciar”, hasta el punto que interpreta toda su existencia como una llamada a evangelizar y a hacer conocer el mensaje de Cristo y el Evangelio.
“Este pasaje de la Carta a los Gálatas nos descubre que san Pablo entiende su vida como una llamada a evangelizar, misión a la que se dedica con todas sus fuerzas. Para el Apóstol el Evangelio es el Kerygma, es decir, el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, misterio pascual en el que Dios cumple sus promesas a Israel y ofrece la salvación a todos los hombres. Acogiendo el Evangelio nos reconciliamos con Dios nuestro Padre, nos convertimos en hijos suyos y herederos de la vida eterna”, señaló el Vicario de Cristo.
EL EVANGELIO ES UNO SOLO
Francisco explicó que Pablo no lograba explicarse por qué los Gálatas pensaban en acoger otro “evangelio”. “Cuando Pablo ve que la comunidad de los Gálatas corre el peligro dar oídos a falsos predicadores y desviarse del camino de la fe, los invita a permanecer fieles al único Evangelio, que no es observancia de la ley, sino configuración con la Persona de Jesucristo, que nos libra de la muerte y del pecado”, manifestó.
Tal vez una razón que sirve para comprender la actitud de los Gálatas, precisó Francisco, es que, al momento en que Pablo les escribe, “todavía son principiantes y su desorientación es comprensible”. De hecho, añadió el Santo Padre, “no conocen todavía la complejidad de la Ley mosaica y el entusiasmo en el abrazar la fe en Cristo les empuja a escuchar a los nuevos predicadores”. Ante este hecho, el Papa asegura fuertemente que “el Evangelio es solo uno y es el que Pablo ha anunciado; no puede existir otro”.
En su intervención, el Pontífice dejó en claro que, al igual que Pablo en su tiempo, no se puede negociar con la verdad del Evangelio: “O recibes el Evangelio tal como es, tal como ha sido proclamado, o recibes cualquier otra cosa” dice el Papa, “pero no se puede negociar con el Evangelio, no se puede transigir, la fe en Jesús no es moneda de cambio: es salvación, es encuentro, es redención. No se vende barato”.
Finalmente, el Vicario de Cristo explicó que la comunidad de los Gálatas estaba animada por buenos sentimientos, bajo el convencimiento de que escuchando a los nuevos misioneros podría servir mejor a Jesucristo. Incluso empezaron a sospechar del propio Pablo, creyendo que era “poco ortodoxo con respecto a la tradición“. Pero la novedad del Evangelio, enfatizó Francisco, “es una novedad radical, no es una novedad pasajera: no hay evangelios “de moda“. La situación vivida por los Gálatas es una situación que se repite en todos los tiempos, y por eso, puntualizó, las palabras del Apóstol son útiles también hoy para nosotros, que debemos saber desenredarnos en el “laberinto de las buenas intenciones“.
“Vemos hoy, algunos movimientos que predican el Evangelio a su manera, a veces con sus verdaderos carismas; pero luego exageran y reducen todo el Evangelio al “movimiento”. Y esto no es el Evangelio de Cristo: es el Evangelio del fundador, de la fundadora”, concluyó.