29° durante el año. Verde. Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
La parábola del juez y de la viuda adquiere su verdadera dimensión si nos imaginamos a los dos personajes en el tiempo de Cristo. Los jueces eran personas muy importantes, porque la capacidad de juzgar no se basaba en una carrera universitaria y profesional, como hoy, sino que se le reconocía a un escriba esa cualidad muy especial, casi divina. Se trataba entonces de personas muy encumbradas y potentes que interpretaban la Ley y administraban justicia rindiendo cuentas solo a Dios.
Las viudas eran, en cambio, la imagen del desamparo. Cuando una mujer perdía a su marido, quedaba completamente desprotegida. No heredaba todos sus bienes, no tenía protección social, debía criar a sus hijos sin ayuda. Podía esperar algo si los hermanos del marido podían hacerse cargo del futuro…
El evangelio nos presenta una viuda que necesita urgentemente justicia y no pierde el ánimo. Lucha, reclama, ora, no se da por vencida, a pesar de no ser escuchada.
La parábola de Jesús no pretende criticar la justicia o a los jueces de entonces ni a los de hoy, sino enseñar a los discípulos a orar sin desanimarse. Es también un gesto cariñoso de Jesús, que así los prepara para los tiempos difíciles que van a sobrevenir.
La oración, en momentos de desesperanza, nos revela que para Dios no hay nada imposible. Él es el único que puede hacer todas las cosas nuevas, hasta renovarnos cada día a nosotros para que no disminuyan nuestra fe y nuestra oración y nunca desfallezcamos.
Cuando sufrimos una injusticia, una ofensa o críticas inmerecidas, tenemos que poner nuestro corazón frente al Señor y ver si podemos estar en paz con él y con nosotros mismos… Lo alabaremos por las posibilidades que nos ofrece para comprender que él es el Señor de la historia, el dueño de todas las vidas… A nosotros nos dejó la breve administración de un espacio de tiempo que se agota en un suspiro… No vale la pena perder la vida por tan poca cosa… Mejor es confiar en el Señor de la historia que hace que el tiempo ponga todas las cosas en su lugar.
Jesús enseño que hay que orar siempre, sin desanimarse (Lc 18, 1).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: El cristiano está llamado a ser levadura en medio del mundo: su inserción en las actividades humanas debe ser plena, pero sin olvidar nunca que la meta final de la vida es Dios.
Guía: Este episodio de la historia de Israel pone de relieve la fuerza de la oración continua: Dios la escucha.
Lectura del libro del Éxodo.
Los amalecitas atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: «Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios». Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec. Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
Palabra de Dios.
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Él no dejará que resbale tu pie: ¡tu guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. R.
El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R.
El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. Él te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R.
2ª LECTURA 2Tim 3, 14–4, 2
Guía: Pablo exhorta con pasión a su discípulo a que se alimente siempre con la Palabra de Dios y que la comunique a tiempo y a destiempo.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien. Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
Palabra de Dios.
ALELUIA Heb 4, 12
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
Guía: Con la parábola del juez injusto, que finalmente cumple con su deber, Jesús enseña la eficacia de la oración perseverante: Dios, Padre bueno, escucha a quien le pide con fe e insistencia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”». Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»
Palabra del Señor.
Guía: El pan y el vino que presentamos ante altar son símbolo de unidad y de fraternidad. Con ese espíritu, ofrecemos nuestro empeño en trabajar para construir un mundo de hermanos.
Guía: La íntima unión con Cristo nos ayude a vivir con plenitud la vida cotidiana y a crecer en el conocimiento de los bienes definitivos.
DESPEDIDA
Guía: En la vuelta a nuestras ocupaciones cotidianas, tratemos de hacer realidad el mensaje de Cristo. Que no sea algo ocasional del momento del culto, sino que anime toda nuestra existencia.