“Es necesario aprender a conectar con lo eterno en el presente introduciendo pausas y espacios de receptividad.
Aprender a escuchar en silencio, a callar sobre lo absoluto, como una de los mejores formas de expresarlo. así hacemos del silencio una forma de profunda presencia de Dios.
La oración de Abraham se expresa primeramente con Hechos: hombres de silencio, en cada etapa construye un altar al Señor. Solamente mas tarde aparece su primera oración con palabras.
Debemos crees en nuestra capacidad de hacer silencio y de crear espacios y tiempos para el, de promover una ” cultura del silencio”, para encontrarnos con nosotros mismo, para reflexionar, para crear belleza, para contemplar, para dialogar con los otros, para nuestra oración y para nuestro encuentro con Dios”.
La vejez, la enfermedad, la soledad, son instancias valiosas para vivir este desafío de encuentro y abandono, para dejarse tocar y enriquecer, en silencio, por la ternura de Dios.