Un domingo, padre e hijo salen a pasear y, en un local donde venden camperas, el papá se queda viendo una, pues la que tiene ya está gastada. Se imagina con la campera puesta. Hace cuentas. Parece que le alcanza. De pronto, se da cuenta que, en otro local, su hijo ve también una campera que le gusta. Sin pensarlo dos veces, el papá le dice a su hijo: “¿Te gusta esa campera, hijo?” Lo mira a los ojos, no es necesario decir más. Saca de inmediato el dinero y le compra la campera a su retoño. La satisfacción de ver la sonrisa del niño fue lo mejor de ese domingo. Así lo recuerda este joven, que ahora reza ante la foto de su padre, que hace un tiempo ya partió junto a Dios.
En otra parte del mundo, un misionero recuerda con una sonrisa, el día en que conoció a su padre. Era ya grande. Los dos se vieron, vencieron la timidez y se perdonaron. Hablaron de todo un poco, hasta que el papá se comenzó a despedir. Antes de partir, el hijo le pide la bendición. Quién sabe cuándo se volverían a ver. El padre, conmovido, le da su bendición y abraza a su hijo por primera vez. Aquel misionero no olvida ese día, le da fuerzas para seguir adelante.
Una niña pregunta a su mamá por qué no tiene papá como las demás niñas. La madre, un tanto triste, le dice que su papá está de viaje, que la quiere mucho. En eso, la madre muestra a la hija, una estampita de san José; le dice que él siempre la va a acompañar, así como acompañó a Jesús. La niña, muy contenta, le dice a la estampita: “En adelante, te llamaré papá”. Todas estas y muchas historias más son las bellas experiencias que muchos hijos hemos vivido al lado de nuestros papás.
En el año en que el Papa Francisco nos convoca a celebrar a san José, SAN PABLO presenta un subsidio que, a través de distintos modos de oración, novena, triduo, oraciones sueltas, etc., ofrece diversas maneras de invocar al santo Artesano de Nazaret y agradecer al Señor el don de los papás, aquí en la tierra y allá en el Cielo, incluyendo un Rosario con los sueños de san José, oraciones para los días miércoles dedicados al padre terrenal de Jesús, oraciones para la jornada, entre otras, que dan forma a un escrito dedicado a todos los devotos de san José, especialmente a los que han sentido con especial significación su paternal presencia en sus vidas, regalo providente, sin duda, de Dios.
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