A través de una carta, el Cardenal y Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, invita a los jóvenes a renovar su fe como Pueblo de Dios que peregrina en Santiago y ofrece algunas reflexiones sobre la contingencia nacional, entre ellas, el rol de la mujer, la pandemia, la migración y los abusos sexuales. En el documento – de 30 páginas- el Arzobispo de Santiago recuerda, entre otras cosas, las palabras del Papa Francisco sobre el rol de la comunidad en el acompañamiento de los jóvenes. “Es la comunidad entera, la que debe sentirse responsable de acogerlos, motivarlos, alentarlos y estimularlos. Esto implica que se mire a los jóvenes con comprensión, valoración y afecto, y no que se los juzgue permanentemente o se les exija una perfección que no responde a su edad”, exigió.
Por lo tanto, precisa el obispo, “son precisamente los jóvenes quienes pueden ayudarnos en la Iglesia a mantenernos jóvenes. Esto mismo, nos invita a generar comunidades acogedoras, que sean rostros de una Iglesia más humana, coherente y real, propiciando así espacios de contención y de maduración”, donde advierte que, para muchos jóvenes, por su realidad, por su historia, por sus dolores, “no encuentran espacios de pertenencia ni de acogida; algunos viven la discriminación o no logran sanar las heridas que la vida les va dejando tan tempranamente”.
En esa línea, animó, además, a reconocer el aporte de la mujer en la sociedad y en una Iglesia de todos y con todos. “Ellas, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares, revitalizan la belleza de la fe, de la esperanza y de la caridad”, de modo que –en todos nuestros ambientes y estructuras– “es indispensable seguir cultivando su protagonismo”.
Sobre el X Sínodo de Santiago que se realizó el 2017, el cardenal Aós, señaló que debemos mostrar una Iglesia más humana, coherente y real, que se reconozca con la humanidad de Cristo. Esto implica ser capaces de proponer a los jóvenes comunidades más abiertas y diversas. “Les pido favorecer una comunión eclesial abierta y participativa, de liderazgos compartidos, donde se evite cualquier resabio de una ‘cultura de élite’ o discriminación, que, equivocadamente, piensa que la Iglesia es sólo para algunos, o incluso para personas perfectas que responden a ciertas características. No nos olvidemos de que nuestras parroquias o movimientos han de ser el hábitat natural de quienes quieren caminar al encuentro del Señor, desde su fragilidad y abiertos a la conversión”, sotuvo.
El pastor de Santiago advierte que, lejos de esperar que nuevos jóvenes lleguen a las comunidades cristianas, la Iglesia chilena debe salir a su encuentro. “Vayan a las plazas, a las escuelas, a los malls y a cada lugar para invitar a muchos más a ser parte de la apasionante aventura de seguir a Jesucristo, de vivir la fe en comunidad y de abrazar una existencia llena de sentido. También los animo a crear espacios misioneros parroquiales o zonales que alienten, justamente, esta dimensión fundamental de la vida de la Iglesia, de tal forma que quienes son parte de nuestras comunidades juveniles puedan tener una viva experiencia en salida”.
En otros párrafos, manifestó su convencimiento de que el camino sinodal no será la solución de todos los problemas de la Iglesia ni de su misión entre los jóvenes. “Ciertamente será una ocasión propicia para ponernos seriamente a discutir sobre la presencia y el protagonismo de los jóvenes en la Iglesia, sobre el impulso misionero que nos debe caracterizar como bautizados, sobre los nudos de la época que debemos afrontar en nuestro tiempo y sobre nuestro contexto como comunidad de creyentes convencidos de haber recibido como don la gracia de la fe”, pero anhela que cada parroquia, en la medida de las posibilidades, genere un consejo de Pastoral Juvenil, que integre a la diversidad de los jóvenes y sus intereses y los representante en el Consejo Pastoral de cada Parroquia, para así, “caminar hacia una conversión de las estructuras pastorales”, escribió.
Al cierre de la misiva, monseñor Aós reflexiona sobre una cultura del cuidado y la prevención de todo tipo de abusos. Allí explica: “Todos anhelamos que la Iglesia sea una institución que brille por su santidad, coherencia y ejemplaridad. Por eso es que la herida aún abierta por estos crímenes de los abusos sexuales de menores y sus consecuencias, exigen de nosotros seguir viviendo una transformación interior que toque todas las fibras de la Iglesia y nos lleve a la generación de una nueva cultura marcada por el buen trato, los ambientes sanos, la responsabilidad común y el trabajo lúcido de todos”, exhortó.
Puedes descargar la carta completa en este link o pinchando en la imagen que acompaña esta nota.