Esta mañana ha tenido lugar la conferencia de presentación de la carta apostólica en forma de Motu proprio del Papa Francisco, Antiquum ministerium, que instituye el ministerio del catequista. Han intervenido monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y monseñor Franz-Peter Tebartz-van Elst, delegado para la catequesis del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
«El ministerio de Catequista en la Iglesia es muy antiguo». Con esta sencilla e inmediata consideración, el Papa Francisco instituye para la Iglesia del tercer milenio un nuevo ministerio que, sin embargo, siempre ha acompañado el camino de la evangelización para la Iglesia de todos los tiempos y longitudes, el de Catequista. Tras la publicación del Directorio para la catequesis el pasado 23 de marzo de 2020, un paso más para la renovación de la catequesis y su eficaz labor en la nueva evangelización es el establecimiento de este específico ministerio laical al que están llamados hombres y mujeres presentes en toda la Iglesia que con su dedicación hacen evidente la belleza de la transmisión de la fe.
“Con la institución del ministerio de Catequista, el Papa Francisco promueve aún más la formación y el compromiso de los laicos”, manifestó monseñor Fisichella. “No cabe duda de que la institución de este ministerio, junto con el del acolitado y del lectorado, permitirá tener un laicado mejor formado y preparado en la transmisión de la fe”, agregó. Destacó también como un hecho significativo, el que el Pontífice haya hecho público este Motu proprio en la memoria litúrgica de San Juan de Ávila.
“La elección de esta fecha no es casual, porque compromete a los catequistas a inspirarse en el testimonio de un santo que hizo fecundo su apostolado catequístico a través de la oración, el estudio de la teología y la simple comunicación de la fe”, subrayó.
Por su parte, monseñor Franz-Peter Tebartz-van Elst manifestó que, con este Motu proprio, el Santo Padre “se propone fortalecer el perfil catequético en la Iglesia no haciéndolo derivar del ministerio de la jerarquía, sino orientándolo hacia ella. Esto se expresa en su argumentación teológica y en la recién creada institución del ministerio del catequista”.
El prelado identificó tres aspectos particulares, esbozados en el marco de una vocación autónoma para convertirse y ser catequista: “En primer lugar, el ministerio del catequista se opone a una clericalización de los laicos y a una laicización del clero. En segundo, el ministerio catequético se desarrolla en una espiritualidad comunitaria y en una espiritualidad de la oración. Por último, es un servicio que se adquiere con una formación específica y sólida, por tanto, la calidad de la pastoral catequética sólo se garantiza cuando el catequista está acompañado y cualificado para esta vocación y tarea específica”.
UN NUEVO MINISTERIO
De acuerdo a lo publicado por el Papa, el nuevo ministerio tiene orígenes muy antiguos que se remontan al Nuevo Testamento: de forma germinal, se menciona, por ejemplo, en el Evangelio de Lucas y en las Cartas del Apóstol San Pablo a los Corintios y a los Gálatas. Pero “toda la historia de la evangelización en estos dos milenios”, escribe el Papa, “muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de los catequistas”, que han conseguido que “la fe fuese un apoyo válido para la existencia personal de cada ser humano”, llegando a “dar incluso la vida” por este fin.
Desde el Concilio Vaticano II, pues, se ha tomado conciencia de que “la tarea del catequista es de suma importancia”, además de necesaria para el “desarrollo de la comunidad cristiana”. Todavía hoy, continúa el Motu Proprio, “muchos catequistas capaces y tenaces” desempeñan una “misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe”, mientras que una “larga fila” de beatos, santos y mártires catequistas “han marcado la misión de la Iglesia”, constituyendo “una fuente fecunda para toda la historia de la espiritualidad cristiana”.
Por ello, sin restar importancia a la “misión propia del Obispo, que es el primer catequista de su Diócesis”, ni a la “peculiar responsabilidad de los padres” en cuanto a la formación cristiana de sus hijos, el Papa exhorta a valorar a los laicos que colaboran en el servicio de la catequesis, saliendo al encuentro de “los muchos que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana“. Corresponde a los pastores – subraya además Francisco – reconocer “los ministerios laicales capaces de contribuir a la transformación de la sociedad mediante ‘la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico”.
El ministerio laical de catequista tiene también “un fuerte valor vocacional” porque “es un servicio estable prestado a la Iglesia local” que requiere “el debido discernimiento por parte del Obispo” y un Rito de Institución especial que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicará próximamente. Al mismo tiempo – señala el Pontífice – los catequistas deben ser hombres y mujeres “de profunda fe y madurez humana”; deben participar activamente en la vida de la comunidad cristiana; deben ser capaces de “hospitalidad, generosidad y vida de comunión fraterna“; deben formarse desde el punto de vista bíblico, teológico, pastoral y pedagógico; deben tener una experiencia previa madura de catequesis; deben colaborar fielmente con los presbíteros y diáconos, y “estar animados por un verdadero entusiasmo apostólico”.
Por último, el Papa invitó a las Conferencias Episcopales a “hacer efectivo el ministerio del catequista” estableciendo el proceso formativo y los criterios normativos necesarios para acceder a él, de forma coherente y en conformidad con el Motu proprio que puede ser acogido también, “en base a su derecho propio“, por las Iglesias orientales.
Puedes leer el Motu proprio completo ingresando aquí.