Lo descrito por el profeta Amós, y por el propio Jesús en la parábola del evangelio, sigue siendo una triste realidad en nuestro mundo. Lo vemos en las relaciones entre naciones ricas y pobres, entre familias, entre nosotros. Olvidamos la finalidad de los bienes materiales y no prestamos atención a las necesidades que otros padecen.
El problema, el pecado, no está en la posesión de los bienes materiales. Los ricos quedan descalificados, no porque hayan sido injustos, ni porque hayan robado, ni por el mero hecho de ser ricos, sino porque están tan llenos de sus riquezas, de sí mismos, que no piensan en Dios ni en los demás. Son necios porque no han sabido poner su confianza en algo sólido, sino en lo más efímero de la vida que, a la hora de la verdad, no les servirá de nada.
El papa Francisco, recibiendo las cartas credenciales de unos embajadores ante la Santa Sede (16 de mayo de 2013), decía: “El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. El Papa exhorta a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a la ética en favor del hombre”, y luego citaba a san Juan Crisóstomo: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Homilía sobre Lázaro, 1, 6: PG 48, 992D).
Acojamos con humildad la Palabra del Señor, y reconozcamos que tenemos que convertirnos. También hoy siguen existiendo abismos que nos separan, especialmente de los pobres. Al orar en este día de modo especial por nuestro país, pidamos a Dios que nos conceda la gracia de construir una Patria más fraterna y solidaria, que podamos superar los abismos que nos separan y nos impiden vivir como hijos de un mismo Pueblo.
CONALI
Como cada domingo celebramos la eucaristía. Hoy, día de oración por Chile, queremos orar de modo especial por nuestra Patria, para que con la ayuda de Dios podamos ser esa nación unida, solidaria, que todos anhelamos.
El profeta Amós con claras y fuertes palabras desenmascara la indolencia de los poderosos ante al sufrimiento de los pobres. Abramos el corazón a la Palabra de Dios, que ella nos ilumine en nuestro camino de fe.
Lectura de la profecía de Amós. ¡Ay de los que se sienten seguros en Sión! Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo. Improvisan al son del arpa, y como David, inventan instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José. Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la orgía de los libertinos.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
R. ¡Alaba al Señor, alma mía!
El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos. R.
El Señor protege a los extranjeros, sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. R.
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.
La exhortación de Pablo a su discípulo Timoteo es una llamada dirigida también a nosotros.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo. Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos. Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A Él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Aleluia. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Aleluia.
Las riquezas pueden hacernos sordos a las necesidades de los pobres y a la escucha de la Palabra de Dios. La parábola que escucharemos es un serio llamado de atención.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan». «Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí». El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento». Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen». «No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán». Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Los textos bíblicos de hoy nos invitan a revisar nuestra relación con los bienes materiales y la atención que prestamos al pobre y a la Palabra de Dios. ¿Cómo usamos los bienes que poseemos? ¿Nos encerramos cada uno en “nuestra vida” y nos quedamos ciegos e insensibles ante el sufrimiento de los demás?
M. Antes de participar de la mesa que Jesús nos prepara, oremos con fe a Dios nuestro Padre.
1.- Por el papa Francisco y los demás obispos, para que iluminados por el Espíritu Santo, conduzcan al pueblo de Dios por el camino del evangelio de Jesucristo. Oremos.
R. Señor, ten piedad.
2.- Por todos los chilenos; que sepamos comprendernos, respetarnos y ayudarnos, como hijos de un mismo Padre y así trabajemos por el desarrollo del país, y el bienestar de todos. Oremos. R.
3.- Por las autoridades de nuestro país y por cuantos trabajan por el progreso de Chile, para que iluminados por la sabiduría y la prudencia que viene de Dios, estén siempre al servicio del bien común de la Nación. Oremos. R.
4.- Por los que sufren: los enfermos, los sin trabajo, los más pobres; para que, con la cooperación de todos, puedan superar sus sufrimientos y lo que les impide una vida digna. Oremos. R.
5.- Por las familias de nuestra Patria; para que ellas sean lugar privilegiado de encuentro y amor, santuarios de la vida y la paz, donde los hijos y los esposos crezcan en afecto y respeto mutuo. Oremos. R.
M. Padre, tú sabes mejor que nosotros lo que necesitamos y nos conviene. Concédenoslo, pues somos tus hijos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Para las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la comunión de enfermos.
M. Elevemos al Padre nuestra alabanza y acción de gracias.
R. Te alabamos Padre por el amor que nos tienes.
1.- Te alabamos Padre por la luz de tu Palabra que nos llega a través de los profetas. R.
2.- Te alabamos Padre porque en tu Hijo Jesucristo nos enseñas a amar y vivir para los demás. R.
3.- Te alabamos Padre por quienes poseyendo bienes son generosos y solidarios con los más pobres. R.
M. Te bendecimos, Señor Dios nuestro Padre de todos los pueblos, y oramos diciendo: Padre nuestro…
Que alegría cuando me dijeron/Cuando el pobre nada tiene y aun reparte/ Como el Padre me amó/ Donde hay amor y caridad/ Si yo no tengo amor/ Virgen del Carmen bella.