Leccionario Santoral: Is 66, 10-14; [Sal] Jdt 13, 18-19; Jn 2, 1-11.
Jornada Mundial de los Enfermos y de los Agentes de Salud.
LECTURA Gn 2, 18-25
Lectura del libro del Génesis.
Después que creó al hombre, el Señor Dios dijo: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando éste se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne. Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza. Palabra de Dios.
Comentario: El hombre vive la experiencia de poner nombres a todas las criaturas de la tierra, pero entre ellas no encuentra un “igual” al que amar. Le falta algo que lo complemente en su vida: una mujer. Por eso Dios hace caer a Adán en lo que san Juan Pablo II llama devolverlo a la no existencia. Así, el hombre vive la experiencia de mayor alegría que jamás haya existido en ese encuentro con la que considera “hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
SALMO Sal 127, 13
R. ¡Feliz el que teme al Señor!
¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R.
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R.
teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.
ALELUIA Sant 1, 21
Aleluia. Reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos. Aleluia.
EVANGELIO Mc 7, 24-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de Él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: «Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros». Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos». Entonces Él le dijo: «A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija». Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. Palabra del Señor.
Comentario: La fe de la mujer sirofenicia traspasa toda frontera y reconoce que en la práctica del pan, es decir, en el amor fraterno, el Señor se manifiesta. Ya no es la fidelidad a la ley la que vale, sino esta práctica del pan y que Jesús dispone para todos los pueblos. Las “migajas del pan” mencionadas con fe, por parte de la sirofenicia, fueron suficientes para conmover al Señor y sanar a su hija.
1 Comment
Me admira esta mujer valiente y llena de fe, discute con Jesús por amor a su hija, y logra que Él la sane. Qué humildad la de Jesús!! Se deja enseñar por una pagana. Seguir los pasos de Jesús implica imitarlo, no sólo admirarlo. Dejémonos guiar por Su Palabra, por nuestra comunidad, por nuestros hermanos y hermanas. Y pidamos, como la mujer, con fe grande