Hermanos y hermanas todos, Paz y Bien.
Porque Dios nos ama, porque en la Navidad nos regala el Don más grande: su propio Hijo, Jesucristo, nacido de la Virgen María en Belén. Tomo las palabras del ángel a los pastores: “Les anuncio una gran alegría: les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”. Aunque el dolor y la muerte van a estar ahí en la vida de Jesucristo y en la nuestra, estará nuestro destino de trascendencia y eternidad: la cruz quedará atrás, la resurrección traerá la Vida Eterna.
1.- Vivimos con la pandemia. La pandemia la padecemos todos a nivel mundial. Y en todas partes, también en Chile la crisis hace sufrir más a los pobres.
Además, nosotros en Chile vivimos momentos importantes: no basta cambiar el maquillaje, sino que hay que buscar la verdad de nuestra realidad, la raíz de nuestras injusticias. La crisis quitó el maquillaje de nuestras seguridades, etc. Estamos en la revisión de nuestras leyes, pero nos urge la revisión de nuestra vida. No tengamos miedo, debe morir lo que daña, lo que abusa, lo que posibilita y crea corrupción.
La gracia de Dios quiere manifestarse en nosotros y a través de nosotros. ¿Cómo estamos viviendo yo y mi familia la crisis? ¿Qué renovación estoy haciendo? ¿Qué colaboración pienso ofrecer? Nadie puede luchar solo contra la pandemia, nadie puede pelear la vida aisladamente.
2.- Una lectura aislada de la realidad no se puede llamar realista, la esperanza da a nuestros análisis lo que esta mirada miope es tan incapaz a menudo de percibir.
El tiempo de la crisis es un tiempo del Espíritu. Aceptar la crisis como un tiempo de gracia ¿Qué quiere Dios para mí y para Chile?
Nuestra época también tiene sus problemas, pero también tiene el testimonio vivo del hecho de que el Señor no ha abandonado a su pueblo, con la única diferencia de que los problemas aparecen inmediatamente en los periódicos -esto está a la orden del día-, en cambio, los signos de esperanza son noticia después de mucho tiempo, y no siempre.
Tenemos esperanza: las cosas van a cambiar. Dios sigue haciendo germinar la semilla de su Reino entre nosotros. En Chile hay mucha gente buena, generosa, dispuesta a colaborar. Gente que busca la civilización de la vida, y que, consecuente con el Evangelio, rechaza el aborto o la eutanasia, los ataques a la familia, todo género de violencia, etc. ¿Y tú?
Si quitamos a Dios -que es rico en misericordia- de nuestra vida, nuestras vidas serían una mentira, una mentira.
Rezar más y hacer cuanto esté en nuestras manos. Es fundamental no interrumpir el diálogo con Dios, aunque sea agotador. Rezar no es fácil. No debemos cansarnos de rezar siempre. No conocemos otra solución a los problemas que estamos experimentando que rezar más y, al mismo tiempo, hacer todo lo que podamos con la mayor confianza. La oración nos permitirá “esperar contra toda esperanza”.
Saludo con especial afecto a los pobres, a los ancianos, a los privados de libertad, a los enfermos, a quienes sufren y hacen duelo por la partida de un ser querido. Deseo a todos una feliz Navidad. Y, sencillamente, pido como un regalo caritativo para sus seres queridos y para Chile:
a) Trate de cumplir las normas que nos da la autoridad sanitaria.
b) Participe en los proceso y elecciones que se van dando en la vida social y política.
c) Trate de profundizar en su vida cristiana en la familia: no sea de aquellos que parecen querer condicionar la presencia de Dios en los templos y parecen tener miedo de encontrarlo en sus propias casas.
La Virgen María y san José bendigan a cada uno de ustedes y sus familias.
+Monseñor Celestino Aós OFMCap.
Arzobispo de Santiago