Este 2020, que se nos va, lo recordaremos como el año de la pandemia del COVID-19. Desde el inicio de los contagios, las autoridades sanitarias de todo el mundo, para protegernos, nos impusieron una recomendación: QUÉDATE EN CASA.
Y esa norma, aparte de la incertidumbre, de aburrirnos y estresarnos, nos ha enseñado muchas cosas: A dar gracias a Dios, diariamente, por estar vivos. A valorar a personas, servicios y hechos cotidianos que antes, si bien estaban allí, pasaban inadvertidos y no nos parecía que éramos privilegiados de poder vivirlos. A apreciar y extrañar cada momento compartido con la familia. A valorar lo reconfortante que son los abrazos, las caricias y los besos y que es un lujo salir a pasear a un parque, celebrar un cumpleaños y asistir a un espectáculo, entre otras cosas.
A agradecer a muchos sacerdotes, religiosas, diáconos y laicos consagrados, que hicieron posible, a través de internet, que llegara a los hogares la celebración de la Santa Misa, donde hicimos cadenas de oración por las víctimas del COVID-19 que estaban luchando por sus vidas en una cama de hospital. A brindar emocionantes aplausos de agradecimiento al personal médico, paramédico y auxiliar de los centros de salud, a los profesores que daban clases por internet o visitaban a los alumnos en sus casas, a los recolectores de basura, al almacén de la señora Juanita, a los repartidores de gas, al personal de correos, a los trabajadores de farmacias, supermercados y restaurantes que expedían comida y la llevaban a nuestras casas; y a tantos otros hermanos que nos permitieron continuar viviendo. El virus puso en evidencia que somos iguales, frágiles y que todos necesitamos de todos.
Por último, el virus no hizo darnos cuenta de que no necesitábamos tantas cosas materiales y que podíamos vivir, perfectamente, con lo esencial.
El mejor y más apreciado regalo que nos puede traer el Niño Jesús que nace es una vacuna que nos proteja del COVID-19.
Que tengamos una Navidad con cena en la mesa, la familia completa y un año 2021 sin coronavirus.
En Jesús, María y Pablo,
El Director