El Papa ha continuado desarrollando su ciclo de catequesis sobre la oración. Esta mañana de miércoles, en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, centró sus argumentos en el tema “La oración de la Iglesia naciente”, recordándonos que los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración y como, a partir de ahí, se pueden desprender cuatro características esenciales de la vida eclesial: la escucha, la custodia de la comunión recíproca, la fracción del pan y la oración.
“Los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles nos devuelven la imagen de una Iglesia en camino, una Iglesia trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera. La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana”, manifestó Francisco.
Y fue en esas reuniones de oración donde la gente pudo experimentar un poderoso motor de evangelización: la presencia viva de Cristo y del Espíritu Santo entre ellos. La vida de la Iglesia primitiva, entonces, estuvo marcada por una sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración tanto comunitaria como personal. “Y es el Espíritu que concede fuerza a los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones”, señaló el Papa.
“Los miembros de la primera comunidad —pero esto vale siempre, también para nosotros hoy— perciben que la historia del encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida. Contando lo que ha dicho y hecho el Señor —la escucha de la Palabra—, rezando para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo. La oración infunde luz y calor: el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor”, agregó el Santo Padre.
CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA ECLESIAL
Para el Vicario de Cristo, cuatro son las características de la vida eclesial que estaban presentes entre los primeros cristianos y marcaron la forma de construir la Iglesia: la escucha, la custodia de la comunión recíproca, la fracción del pan y la oración. De tal modo que, a su modo de ver, “la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su Palabra, en la Eucaristía y en la oración. Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo. La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo”.
Para el sucesor de Pedro, todo lo que en la Iglesia crece fuera de esas coordenadas carece de fundamento. “Lo que no entra en estas coordenadas está privado de eclesialidad, no es eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que van adelante con esta nueva empresa. La Iglesia es obra del Espíritu Santo, que Jesús nos ha enviado para reunirnos. La Iglesia es precisamente el trabajo del Espíritu en la comunidad cristiana, en la vida comunitaria, en la Eucaristía, en la oración, siempre”, precisó.
“A veces, siento una gran tristeza cuando veo alguna comunidad que, aun con buena voluntad, equivoca el camino porque piensa que está haciendo la Iglesia en las reuniones, como si fuera un partido político. “Pero, la mayoría, la minoría, ¿qué piensa de esto, de aquello, de lo otro… Y esto es como un Sínodo, un camino sinodal que debemos hacer…”. Me pregunto: “¿Dónde está el Espíritu Santo allí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde está el amor comunitario? ¿Dónde está la Eucaristía?”. Para evaluar una situación, si es eclesial o no eclesial, preguntémonos sobre estas cuatro coordenadas. (…) Si esto falta, falta el Espíritu y si falta el Espíritu, seremos una hermosa asociación humanitaria, caritativa, buena, buena… incluso una fiesta eclesial, digámoslo así, eclesial. Pero no hay Iglesia”, añadió.
DIOS DONA AMOR
De acuerdo a Francisco, solo a través de la oración puede el cristiano sumergirse en el misterio de Dios. “Dios es Dios para todos, y en Jesús todo muro de separación es definitivamente derrumbado: como dice San Pablo, Él es nuestra paz, es decir «el que de los dos pueblos hizo uno» (Ef 2,14). Jesús ha hecho la unidad”, dijo.
Entonces, solo a través de la oración es posible darse cuenta que Dios dona amor y pide amor. Por eso, concluyó el Papa, “tenemos que retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: adorar. En silencio. La oración de la adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como principio y fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión”.