La Virgen María nos enseña que, el acercarse a Dios, es un proceso permanente; un movimiento del alma que ha de durar toda la vida, y que el medio para caminar hacia él es la oración.
Para cada dificultad, Dios propone una solución; para cada interrogante, él ofrece una respuesta. Sólo tenemos que descubrirlos, comprometernos según nuestras posibilidades y poner manos a la obra. Dios y la Reina de la Paz se ocuparán del resto…