La Catequesis del Papa de este miércoles profundizó en el tema de la oración a partir de los Salmos, el que Francisco había comenzado la semana pasada. En esta oportunidad, el Santo Padre explicó que los católicos deben aprender a rezar de verdad, acogiendo con sinceridad el verdadero espíritu de la oración y siendo capaces de llevarlo a la vida cotidiana, donde deben reconocer en el otro la imagen de Dios. Solo de este modo se puede evitar caer en la tentación de la “impiedad”, vale decir, vivir y rezar como si Dios y los pobres no existieran.
De acuerdo al Papa, “el Salterio presenta la oración como la realidad fundamental de la vida”, convirtiendo a la oración en “la salvación del ser humano”. Sin embargo, existe el peligro de caer en una “oración falsa”, la que definió como aquella “echa solo para ser admirados por los otros. Ese o esos que van a misa solamente para demostrar que son católicos o para mostrar el último modelo que han comprado, o para hacer una buena figura social”. Pero también existe otro peligro: rezar con cansancio, en forma rutinaria, como si fuera un hábito. “Rezar como los loros”, dijo, invitándonos a rezar con el corazón, ya que solo “cuando el verdadero espíritu de la oración es acogido con sinceridad y desciende al corazón, entonces esta nos hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios”.
La oración, manifestó “no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida”, por el contrario, la oración “responsabiliza”. Para “aprender” esta forma de rezar, el Salterio “es una gran escuela”: todas estas oraciones han sido usadas antes en el Templo de Jerusalén y después en las sinagogas.
“Por eso, hallamos en los salmos tanto oraciones íntimas, como comunitarias, de modo que la plegaria personal se alimenta de la litúrgica y viceversa. Ambas se convierten en patrimonio de todos”, precisó el Obispo de Roma, agregando que “cuando se reza, todo adquiere espesor, adquiere peso, como si Dios la tomara en sus manos y la transformara”.
NO AL ATEÍSMO COTIDIANO
“En la oración del Salterio el mundo está siempre presente”, continuó el Papa, explicando que esto quiere decir que donde está Dios, también debe estar el hombre. Por eso, también es muy importante encontrar a Dios en el otro, en el pobre, en el que sufre, en el hermano que está mi lado, sin marcar distancia ni tampoco odiar.
“Si tú rezas muchos rosarios al día pero luego chismorreas sobre los otros, y después tienes rencor dentro, tienes odio contra los otros, esto es puro artificio, no es verdad (..) La Escritura admite el caso de una persona que, incluso buscando sinceramente a Dios, nunca logra encontrarlo; pero afirma también que las lágrimas de los pobres no se pueden negar nunca, so pena de no encontrar a Dios. Dios no sostiene el “ateísmo” de quien niega la imagen divina que está impresa en todo ser humano. Ese ateísmo de todos los días: yo creo en Dios pero con los otros mantengo la distancia y me permito odiar a los otros. Esto es el ateísmo práctico. No reconocer la persona humana como imagen de Dios es un sacrilegio, es una abominación, es la peor ofensa que se puede llevar al templo y al altar”, concluyó Francisco.