Esta mañana, en el aula Paulo VI, el Papa continuó con la catequesis sobre la oración, la que ha venido desarrollando en la Audiencia General de los días miércoles. Esta vez, abordó la importancia que tiene el Libro de los Salmos para el cristiano, un texto bíblico que está compuesto sólo de oraciones y que nos “enseña a rezar” a través de la experiencia del diálogo con Dios, en la medida que los salmos pueden ser entendidos como “la palabra de Dios que nosotros humanos usamos para hablar con Él”.
El Papa explicó cómo en cada uno de esos textos se pueden encontrar reflejados todos los sentimientos humanos: las alegrías, los dolores, las dudas, las esperanzas y las amarguras que forman parte de la vida. Y cómo, a través de ellos, se puede aprender el lenguaje de la oración. “Dios Padre, de hecho, con su Espíritu los ha inspirado en el corazón del rey David y de otros orantes, para enseñar a cada hombre y mujer cómo alabarle, cómo darle gracias y suplicarle, cómo invocarle en la alegría y en el dolor, cómo contar las maravillas de sus obras y de su Ley”, dijo Francisco.
Al mismo tiempo, el obispo de Roma precisó que los salmos son oraciones que brotan de la experiencia concreta. “No son textos nacidos en la mesa; son invocaciones, a menudo dramáticas, que brotan de la vida de la existencia”, manifestó, puntualizando que “en los salmos escuchamos las voces de orantes de carne y hueso, cuya vida, como la de todos, está plagada de problemas, de fatigas, de incertidumbres. El salmista no responde de forma radical a este sufrimiento: sabe que pertenece a la vida. Sin embargo, en los salmos el sufrimiento se transforma en pregunta. Del sufrir al preguntar”.
Y dentro de esas preguntas, hay una que, para el sucesor de Pedro, se ha transformado en un grito incesante que atraviesa todo el libro de los salmos: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo?”. Francisco indicó que, ante esa pregunta, “los salmos nos enseñan a no volvernos adictos al dolor, y nos recuerdan que la vida no es salvada si no es sanada”. ¿Y por qué tiene sentido gritar? Porque el orante sabe que es valioso a los ojos de Dios. En palabras del Santo Padre: “Cuando rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios. Es la gracia del Espíritu Santo que, desde dentro, nos suscita esta conciencia: de ser valiosos a los ojos de Dios. Y por esto se nos induce a orar”.
La oración de los salmos, de este modo, se transforma en el testimonio de un grito frente al dolor, el sufrmiento y la muerte. “El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. Por esto la oración, ya en sí misma, es camino de salvación e inicio de salvación”, precisó el Papa. “En los salmos, el creyente encuentra una respuesta. Él sabe que, incluso si todas las puertas humanas estuvieran cerradas, la puerta de Dios está abierta. Si incluso todo el mundo hubiera emitido un veredicto de condena, en Dios hay salvación”, añadió.
Sin embargo, Francisco precisó que quien reza no es un ser iluso, sino que entiende que en la vida hay cuestiones que simplemente se quedan sin resolver o que, superada la batalla, habrán nuevos sufrimientos que afrontar. “Pero, si somos escuchados, todo se vuelve más soportable”, indicó. A su modo de ver, la oración del salmo salva al creyente de sufrir en el abandono, sin ser recordado. La esperanza de que alguien lo escucha y acompaña le da sentido a la oración.
“Os diré una cosa: a mí me ayuda, en los momentos duros, pensar en los llantos de Jesús, cuando lloró mirando Jerusalén, cuando lloró delante de la tumba de Lázaro. Dios ha llorado por mí, Dios llora, llora por nuestros dolores. Porque Dios ha querido hacerse hombre —decía un escritor espiritual— para poder llorar. Pensar que Jesús llora conmigo en el dolor es un consuelo: nos ayuda a ir adelante. Si nos quedamos en la relación con Él, la vida no nos ahorra los sufrimientos, pero se abre un gran horizonte de bien y se encamina hacia su realización. Ánimo, adelante con la oración. Jesús siempre está junto a nosotros”, finalizó el Vicario de Cristo.