Por el bautismo, todos estamos llamados a ser discípulos misioneros del Señor. Muchas mujeres, respondiendo a esta llamada, mantienen la Iglesia en pie en todo el mundo, con admirable entrega y ardiente fe. Así lo reconoce el Santo Padre al proponer “que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina”.
Para Francisco resulta fundamental que las mujeres tengan una presencia más relevante, ya que “suelen ser dejadas de lado”. Él mismo ha tenido muchos gestos que impulsan esta voluntad de darle a la Iglesia un mayor peso femenino. Sin ir más lejos, en el 2016 elevó el día de María Magdalena al rango de fiesta litúrgica, quien hoy es definida en el nuevo prefacio de la Misa como “la apóstol de los apóstoles”. Decisión que tomó para evidenciar la importancia de esta mujer, la primera que vio el rostro del Resucitado entre los muertos, la primera a quien Jesús llama por su nombre, la primera en recibir de Jesucristo mismo la misión de anunciar su Resurrección.
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, observa que “desde 2013 mucho se ha hecho, pero más se tiene que hacer” y recuerda una frase del Papa Francisco en La Alegría del Evangelio: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente” (EG 104). A propósito de este video, en el cual Francisco promueve “la integración de las mujeres en los lugares donde se toman las decisiones importantes”, el P. Fornos recuerda que “en virtud del bautismo todos son llamados a anunciar y a servir con fidelidad al Evangelio de Jesucristo, a ser discípulos misioneros del Señor, sin embargo entre los fieles laicos, las mujeres han sido consciente e inconscientemente rebajadas a un nivel inferior. Como lo recordó Francisco en Querida Amazonia, muchas mujeres, impulsadas por el Espíritu Santo, mantienen la Iglesia en pie, en muchas partes del mundo, con admirable entrega y ardiente fe. Es esencial que participen cada vez más en sus instancias de decisión. Esto pide un cambio profundo de mentalidad, pide nuestra conversión, lo que supone oración”.